Tony Blair, exprimer ministro británico (1997/2007), ha sido rotundo al calificar la retirada y evacuación de Afganistán de «imbécil, peligrosa y humillante». Es más, el laborista Blair ha realizado una pregunta clave que viene a poner el dedo en la llaga sobre una cuestión nuclear para la preservación de la cultura democrática de los países del mundo libre: «Por qué Occidente no encara la lucha contra el islamismo del modo como encaró la lucha contra el comunismo, con la fuerza de las ideas y la fuerza militar». El desastre humanitario al que estamos asistiendo tiene su génesis en el fanatismo religioso/político que representan los talibanes en nombre del islam. Un fanatismo cuyo anhelo es el de traspasar las fronteras para asentarse en una nueva concepción de gobernanza global, que es lo mismo que perseguían Stalin y Hitler. Blair da valientemente en la diana al alzar la voz, aunque me temo que sus certeras palabras se pierden en el desierto del peligroso buenismo que impera en los países que hoy salen corriendo de Kabul, en una lamentable operación que ya es ejemplo de lo que nunca debió ser. El general Petraeus, ex CIA, ya dijo el otro día que la ignominiosa operación liderada por Biden «es nuestro Dunkerque». Una vergüenza.

Cuando hilvano estas líneas se están produciendo atentados mortales en Kabul, al parecer por terroristas del Isis. El caos, la derrota total. Preludio del crecimiento de la amenaza criminal yihadista y del envalentonamiento de los más extremistas sectores islámicos. Tony Blair es la única voz clarividente que ha sonado en estos infernales días, que van a peor. Occidente está obligado a reaccionar, nos jugamos la libertad y la propia vida.

Periodista y escritor