Fecha límite para muchos de nuestros conciudadanos, la vuelta al trabajo, a los quehaceres diarios, a la rutina. Pero esta fecha no es igual para muchas personas allende de nuestras fronteras. Me refiero a la situación tan convulsa que está ocurriendo actualmente en Afganistán. Dicho escenario resulta sumamente preocupante, es terrorífico, caótico, es un auténtico desastre.

Miles y miles de muertos, miles y miles de millones de euros, años y años de ocupación, no han servido de nada. El estado americano, experto en injerencias en otros estados soberanos, ha demostrado una vez más su incapacidad para solucionar problemas más allá de sus fronteras. Las imágenes que dan los informativos de los sucesos que están ocurriendo en el aeropuerto de Kabul son penosas, por no utilizar un calificativo más duro, son de lo más lamentable visto en la televisión y leído en los periódicos.

Si esto sucede en el aeropuerto de Kabul, no quiero ni pensar en lo que puede estar pasando en el resto del país, donde no hay cámaras, donde no hay quien retransmita los sucesos aterradores que deben de estar sucediendo a lo ancho y largo de todo el territorio controlado por el régimen talibán.

Mientras los dirigentes del mundo se muestran inoperantes ante las susodichas salvajadas, el régimen talibán se muestra más y más fuerte, más y más poderoso. En un alarde de valentía por la retirada de los soldados estadounidenses, dicho régimen ha comunicado que no se dará permiso para abandonar el país a ningún afgano.

Si son capaces de destrozar el patrimonio cultural del país, qué no serán capaces de hacer con las personas que no se plieguen a su voluntad. Como siempre, los más afectados, los que más van a padecer, sin duda serán los más débiles, sobre todo mujeres y niños. Cualquier derecho obtenido por las mujeres en el país se ha visto reducido a la nada, e incluso menos que nada. Aterran las imágenes de mujeres con ese burka que tapa cualquier atisbo de libertad. No puedo ni imaginar el sufrimiento de unas personas sometidas al poder de unos hombres. El retroceso de los mínimos derechos obtenidos en las últimas décadas. Fanáticos que anulan a las mujeres de la vida pública, por el mero hecho de ser mujeres.

Los niños y niñas que no puedan salir del país nacerán y crecerán bajo un régimen talibán y serán educados bajo las severas directrices de un régimen integrista, donde no se les dejará pensar ni actuar con independencia. Solo serán meros transmisores de una cultura retrógrada, donde unos intimidan a otros mediante la violencia, donde el pensamiento libre está coartado, donde el poder reside en las armas, en una religión que contempla, como todas las religiones, que una parte de sus seguidores sea rehén de otra. Solo por el mero hecho de haber nacido con otro sexo. No pueden salir a la calle, no pueden actuar por sí solas, solo por no tener los mismos atributos sexuales que otras personas. El drama no trata solo de mujeres, trata de personas que sufren situaciones intolerables, personas que sufren, soportan, padecen, vejaciones que aquí son totalmente reprobables.

El 24 de agosto tuvo lugar una reunión de urgencia del G-7 para pedir que se garantice la seguridad de las personas que tratan de acceder al aeropuerto. La petición no tuvo ninguna influencia en la decisión de Joe Biden, presidente de Estados Unidos, de reconsiderar la decisión de abandonar Afganistán. EEUU mira única y exclusivamente, como siempre ha hecho, por sus intereses.

La solidaridad mostrada por algunos países recibiendo refugiados afganos se muestra insuficiente para controlar lo que algunos medios consideran la mayor evacuación de la historia. Dichos afganos, cuyo mayor crimen ha sido ayudar a unas fuerzas de ocupación, se ven desprotegidos por aquellos a quienes han ayudado, y aún algunos han tenido suerte de salir del infierno talibán. Salir de una muerte segura. Pensando en los familiares que han dejado atrás, a su pesar, de una vida pasada terrible y una vida futura que no pueden ni comprender, en un país que no es el suyo, con un idioma que no es el suyo, con unas costumbres que no son las suyas… El futuro no puede ser más incierto para ellos.

Desde Comisiones Obreras reclamamos a la comunidad internacional y al Ejecutivo español que no reconozcan al gobierno de los talibanes. También pedimos al Gobierno que inste a las autoridades europeas a organizar un corredor humanitario para garantizar la vida y el derecho de asilo a las familias que se encuentran en peligro.

La crisis humanitaria sigue y parece que seguirá en Afganistán. Aún incluso cuando este hecho deje de ser noticia.

Secretario de Organización de UI CCOO PV Comarques del Nord