Querido/a lector/a, abro un periódico y leo en negrita y con letras grandes, que España ha alcanzado el hito de tener el 70% de su población vacunada. Pero no todo acaba ahí, busco con el iPad noticias relacionadas y me encuentro que la Unión Europea (UE) también llega a la marca del 70% pero, mientras aplaude a España y Dinamarca... por destacar entre los más cumplidores, reconoce que su 70% está empañado por las malas cifras de inmunización de algunos países.

En cualquier caso, hay que reconocer que si en un principio la realidad ante la pandemia pintaba mal (demoras en el inicio, baja investigación, hospitales sin medios, falta de personal, dudas en los tratamientos, dificultades en la industria de las vacunas, negacionismo...), con el tiempo la cosa ha ido cambiando (se ha contratado más personal en la sanidad, mejorado la equipación de los hospitales y médicos, aumentado la capacidad de producción de viales, reforzado la colaboración en la UE...).

No obstante, y a pesar de la positiva evolución, hay que seguir alerta porque la pandemia no ha terminado y el precio pagado ha sido muy alto. Necesitamos que muchos más europeos se vacunen para evitar nuevas olas de infecciones, variantes y muertes. Así es que tenemos la obligación de ayudar a los países rezagados y, al tiempo, seguir vacunando sectores que por su edad (los jóvenes) aún no les ha llegado esa necesidad.

La realidad del covid expresa una triste historia de la que todos tenemos que sacar conclusiones en beneficio de la vida y de un mejor Estado social. Pero, en España, y a pesar de los aplausos de la UE, hay que denunciar una forma de hacer oposición que, con el solo interés de ganar votos de la tragedia, ha sido de vergonzosa confrontación y sin utilidad social. Aún recuerdo cuando se acusaba al gobierno de «gestión criminal».

Analista político