Sir Winston Churchill, premio Nobel de literatura entre otras muchas cosas, dijo que «nunca tantos debieron tanto a tan pocos» en referencia a los pocos pilotos de la RAF que pelearon como gatos panza arriba contra la Luftwaffe en 1940 y salvaron la vida de tantos y tantos civiles.

Hoy sir Winston lloraría de la risa, o de pena, al ver cómo en Europa hay tantos que le deben todo a tantos. Tantos políticos sin valía ninguna que se lo deben todo y más a los millones de votantes que no tenemos apenas candidatos dignos para elegir. Nos deben sus sueldazos, sus cochazos, sus despachos, sus dietas, su acomodada vida de nuevos ricos, etc.

También le dijo una vez a un joven parlamentario que debutaba en las lides políticas que «sus peores enemigos no estaban en la bancada de enfrente, sino en la fila de detrás».

El bueno de sir Winston se partiría el pecho de la risa si viera que hoy, medio siglo después, todo sigue igual.

Y que en España lo padecemos de forma especialmente sangrante. Mientras políticos y politiquillos, mediocres o muy mediocres, se pelean por conservar el asiento, apenas dedican tiempo a su verdadero trabajo. Se pasan el día vigilando su espalda y así es imposible que puedan concentrarse en la faena real, la que necesita el país, la que les exigimos los votantes.

¡Qué pena!

Escritor