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Paco Mariscal

AL CONTRATAQUE

Paco Mariscal

Los zorzales y Bertolt Brecht

A decir verdad, vecinos, cabría pensar que la trilogía de Fadrell en el Ayuntamiento de Castelló del Riu Sec, el PSPV-PSOE, los de Compromís y los jovenzuelos de Podem, anda sin descanso ocupada en los presupuestos de la ciudad para el 2022 por mor de aprobarlos antes de finalizar el año. En puridad, vecinos, también podríamos suponer que los representantes de la derecha tricéfala en el Consistorio de la capital de la Plana, el PP, Vox y los restos del naufragio de Ciudadanos, trabajan sin cesar y sudorosos en el mismo tema, por tal de realizar las futuras inversiones municipales de la mejor forma posible y atendiendo a prioridades sociales inmediatas; prioridades palpables, que no son las que pregonan en la imaginaria e hipotética realidad demagógica de la avenida Lindón. Ni romanos ni cartagineses acaban de asimilar de Angela Merkel o de los verdes alemanes el valor de corregir errores, cuando nos iría mejor si tal fuera el caso.

Y mientras tanto --¡Ay, mientras tanto!-- se embrollan, confunden y en ocasiones espantan, en torno a cuestiones tan trascendentales como la caza del zorzal de plumaje pardo en el parany o la estéril, y sin sentido, polémica en torno a nombres propios en el callejero de nuestra ciudad. Nuestras nuevas generaciones dirían que es toda una chorrada de tamaño considerable. Quienes, decrépitos peinamos calvas o canas, solemos hacer otro tipo de reflexión. Lo del parany es un tema puntual menor que puede solucionarse comprobando si lo de la malla funciona, caen los zorzales o tordos, sin que indiscriminadamente todo bicho volador quede impregnado de liga o visc. Cartagineses y romanos, es decir, Barrachina, la alcaldesa de Vall d’Alba, o Falomir, munícipe principal de l’Alcora, conocen bien el román paladino catalano-valenciano-balear que hablamos por estos pagos del País Valenciano, y saben, por lo tanto, que el vocablo parany lo traduciría Cervantes al castellano como añagaza.

Aunque la cuestión de la nomenclatura de algunas calles de Castelló es harina de otro costal. Más que trampa o añagaza, resbalón sin que sepamos quién le puso la zancadilla a la Conselleria de Calidad Democrática. Hay en el tema o error una vertiente afectiva que nos une, vecinos, a Segarra Ribés, Sánchez Gozalbo, Lluís Revest, José Clarà y casi todos los demás. Pero hay otro aspecto relacionado con nuestro pasado inmediato, con el franquismo hablando claro, que debemos interpretar.

En la interpretación acude uno al poema de Bertolt Brecht Fragen eines lesenden Arbeiters: cuestiones que se formula un trabajador que lee. Y escribe el Brecht: «¿Quién construyó Tebas, la de las siete Puertas?/En los libros aparecen los nombres de los reyes/¿Arrastraron los reyes los bloques de piedra?/La gran Roma está llena de arcos de triunfo. ¿Quién los erigió?/Felipe de España lloró cuando su flota fue hundida/¿No lloró nadie más?». Detrás de Franco, Mussolini, Hitler, Petain o Salazar hubo multitud de seguidores y multitud de no-seguidores. Sobre los no cautivados unos cayeron en la represión y otros en el silencio. Un silencio terrible y pragmático para sobrevivir, y para ayudar a paliar o remediar algunos desaguisados. A guisa de ejemplo, Segarra Ribés y Sánchez Gozalbo actuaron silenciosamente para que el patriarca de la lengua de Sant Vicent, Gaetà Huguet, regresara desde su obligado exilio por amor al republicanismo. Y, si hemos de interpretar, debemos hacerlo desde nuestro contexto actual, y no desde un contexto social marcado por el silencio de miles de personas durante la negra posguerra. Nuestros prohombres castellonenses necesitan un recuerdo siempre en el callejero y sin el callejero. Qué más da.

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