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Antonio Gascó

COSAS MÍAS

Antonio Gascó

Los vikingos

Escribo este comentario desde la ciudad sueca de Gotemburgo, donde estoy, acompañado de mi hija Helena, asistiendo a una excepcional versión de Tosca de Puccini en el teatro de ópera de la ciudad, uno de los de más prestigio de Europa. Arquitectura moderna, creativa e imaginativa, una orquesta y coros de excepción y un reparto para quitarse el sombrero. A la batuta el maestro Ramón Tebar, que obtuvo una versión de clamor que puso al público que abarrotaba el coliseo en pie.

Tras la representación, tuvimos la fortuna de cenar, en un restaurante típico, con el maestro y con la soprano Carolina Sandgren que encarnó, magistralmente, a la protagonista. Una mujer excepcional como cantante y como persona. En el diálogo del condumio, tan entretenido y jovial como opíparo, se habló de todo y se brindó singularmente por el éxito de los dos artistas. Como se hablaba en inglés se citó la palabra sueca skäl como forma local del brindis. Refirió Tebar, que a parte de un gran músico y un tipo muy simpático, es un erudito de marca mayor, que la palabra viene del cráneo donde brindaban los primitivos vikingos y que después pasó a significar casco.

Al respecto, los populares cuernos de los yelmos vikingos tienen la curiosa historia de que las mujeres de los guerreros nórdicos, cuando hacía tres años que sus esposos no estaban en el hogar, se podía suponer que habían muerto y, para significar que las hembras estaban libres, ponían el yelmo con las astas en la puerta de sus chozas. Eso dio origen a la puñetera frase de «poner los cuernos», porque a veces los feroces combatientes no habían muerto y puede suponer el lector que lo que habían hecho era abandonar el tálamo conyugal. Viajando se aprende mucho.

Cronista oficial de Castelló

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