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Irene Gómez

LA CLAVE POLÍTICA

Irene Gómez

Tolerancia

Todos somos únicos y especiales. Eso es lo que nos enseñan en casa, en la escuela también. Pero a menudo se olvida que otras personas son diferentes. Hay una falta de tolerancia notable. Hace 26 años, 185 países firmaron un importante documento sobre el tema, en el que se acordó de forma conjunta una 'Declaración de Principios de Tolerancia'. También crearon el 'Día de la Tolerancia', que se celebra cada 16 de noviembre. Dicha declaración consta de seis artículos que deberían promover una vida pacífica y feliz entre todos los seres humanos.

La tolerancia comienza a pequeña escala, en la familia y en la escuela. Cada persona tiene sus creencias, sus ideas, su identidad, su color de piel, su forma de afrontar la vida, sus propias circunstancias. Mi nieta de casi cinco años me sorprendió hace unos días diciéndome que debemos leer sobre Campanilla porque es una historia de una chica que vive en un pueblo donde las personas tienen diferentes poderes y con ello logran vivir más felices. Me quedé encantada con esta propuesta de mi nieta porque realmente de lo que trata la historia de Campanilla es de una persona --un hada-- que vive en un pueblo con personas que tienen potenciales innatos diversos, muy provechosos para la construcción de una sociedad saludable y cooperativa. Personas diferentes en una sociedad tolerante y finalmente feliz.

También tiene sus límites

Pero la tolerancia también tiene sus límites. Por ejemplo, si alguien viola la ley y se vuelve violento u ofensivo para los demás. No solo el virus del covid-19 es contagioso, el virus de la intolerancia tiene una alta capacidad de contagio. Si no, veamos lo que está pasando en los parlamentos en España. Cuando un grupo político considera, por ejemplo, que las políticas de igualdad de género o también las de migraciones son «liberticidas» o que los gobiernos progresistas están en contra de la familia y las creencias cristianas, tienen un grave problema. Muy grave. Y las demás organizaciones políticas deberíamos hacerles frente, a aquellos que propugnan la intolerancia, en el terreno de la ética que asienta sus valores en la vida práctica de las personas. Sin fanatismos.

En realidad, no significa un problema que la extrema derecha proponga un tratamiento duro y muy represivo contra la movilidad humana, que incluye migraciones y asilo, sino que utilice mentiras para situar fuera de la ley, por ejemplo, a niñas y niñas o jóvenes inmigrantes sin referente familiar en España. Y son esas falacias las que debemos combatir para intentar erradicar ese accionar, esa forma de hacer política impregnada de intolerancia que manifiestan día tras día. Cuando se habla de proteger a la infancia, se debe incluir a todos los niños y niñas sin distinción alguna, incluso la infancia de origen extranjero que está en España sin referente familiar. Es cuestión de ética, una ética que debemos tener siempre, en especial en el quehacer político.

Cada 16 de noviembre debemos recordar que la tolerancia crea paz, cada 16 de noviembre debemos hacer sensibilización para que las posturas intolerantes de la extrema derecha no avancen, porque las identidades únicas no existen y los prejuicios moralistas no tienen cabida en las sociedades del siglo XXI.

Diputada de Unides Podem en les Corts por Castellón

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