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Paco Mariscal

AL CONTRATAQUE

Paco Mariscal

Parieron los montes del PP

El otoño pinta algunos escasos rincones de nuestro secano de amarillo y marrón. Las hojas de unos pocos robles u olmos que el viento arrastra hasta el humedal del barranco cercano. En los llanos litorales del País Valenciano prevalece el verde brillante y oscuro del naranjo y el pino de un verde claro en inviernos casi inexistentes. Desconocemos, vecinos del Riu Sec, qué características tiñe la flora en los montes del PP, que son montes de fábula que paren ratoncillos. Durante los últimos meses, nos despierta el ridículo estruendo de los montes de Esopo, el campanudo discurso de los Casado, Ayuso y sus epígonos por donde la Plana.

Es un vocinglerío que nos remite de inmediato al clásico Esopo de las fábulas que memorizábamos en la escuela: desde las entrañas de los montes llega a los humanos un ruido aterrador, que los deja atentos y expectantes; expectación que origina carcajadas cuando observan que se trata tan solo del parto de un ratoncillo. La moraleja es clara: la grandilocuencia y el estrépito ante lo que se avecina se convierte en nada. El Horacio romano, el Lafontaine galo, y el hispano Samaniego escribieron versiones propias de dicha fábula. Aunque desconocemos si nuestros Casado, Mazón, Barrachina, Carrasco y demás montes y colinas entre quienes dirigen ahora el PP leyeron las rimas de la fábula. Uno, vecinos, se queda con la versión de Samaniego; una versión que finaliza aludiendo al pensamiento y lenguaje campanudo con aquello de… suele ser después de tanto ruido, solo viento, el gran parto de su pensamiento. Porque el viento de Samaniego tiene un cierto paralelismo con les bufes de pato de nuestro valenciano coloquial, o ventosidades de ánade con decoro cervantino, para referirnos a lo mismo como staff.

Y nos referimos, a los montes hay que repetirlo, como al staff o plantilla dominante, ahora, en el PP. Ni por asomo nos referimos a los dignos ediles de derechas o a los miles de conciudadanos que se decantan electoralmente por la derecha. Nos referimos claramente a los montes, su parto y las carcajadas. Para muestra basta un ratón, o lo que es lo mismo: el decálogo electoral de la posible candidata del PP a la alcaldía de Castelló del Riu Sec: Begoña Carrasco.

El decálogo y un apéndice

Con la habitual grandilocuencia con que adorna sus apariciones públicas, nos presentó ese otro día el decálogo y un apéndice con el que aspira a alcanzar la alcaldía. Veamos algunos de esos puntos entre los más divertidos. El segundo, por ejemplo, habla de Libertad de elección. Una Libertad que nadie nos ha quitado a los castellonenses, aunque se echa a faltar en las monolíticas unanimidades en el PP. Carcajada, dado que nuestra Constitución indica que el funcionamiento interno de los partidos ha de ser democrático. En Castelló hay total Libertad de elección en las urnas. Aquí, afortunadamente, no hay unanimidades a lo Lukashenko. El séptimo punto del decálogo va más lejos: Devolver Castellón a los castellonenses. Sorprendente e irrisorio. La capital del Riu Sec no está ocupada por milicianos del dictadorcete nicaraguense Ortega; ni paracaidistas del dictador de Corea del Norte, Kim Jong-un, aterrizaron en la Vilanova y devastaron las orillas del Riu Sec; ni el comité central del Partido Comunista chino decide nada en Castelló. Un decálogo lúdico que tiene como apéndice una referencia a los nombres del callejero; un apéndice envuelto en la resonancia franquista del concepto progreso.

Es dudoso que el decálogo y su apéndice originen crispación; suscitan hilaridad y provocan la sonrisa, como los montes de Esopo. Mientras, si bien se mira, el gobierno de coalición municipal de Castelló necesita de una oposición seria y congruente.

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