Hay dichos «por un tubo» (otra frase hecha de la que pienso ocuparme en fecha próxima), que hacen referencia a las peras: «Poner las peras a cuarto», «De uvas a peras», «La pera limonera», «Peras al olmo»… y posiblemente aparezcan en el refranero, por la popularidad bien ganada del fruto. Por lo menos a quien esto escribe, le gustan mucho. Con todo, no entraré en controversias, sobre preferencias de unas u otras: la limonera, la ercolina, la de San Juan, la de Aranjuez, las de Don Guindo, la conferencia, o la menos conocida, oriunda de Cataluña, pera muslo de dama que, tal como están las cosas, imagino que el Ministerio de Igualdad obligará a los productores a cambiarle el nombre.
En este comentario voy referirme a la locución «es la pera». Su significado hace referencia a que algo que se ve, se comenta, o se ofrece «es lo más de lo más». Uno podría pensar que el contexto hace referencia a las bondades y dulzura de la fruta. Pues no. Se equivocaría si eso coligiera. El origen de la expresión hace referencia al populoso, próspero y comercial barrio de Estambul, conocido como La Pera. Está ubicado en la margen derecha del Cuerno de Oro y conoció su esplendor desde la fundación de Constantinopla hasta la institución de la república por Kemal Atatürk en 1923, momento en que se sustituyó su nombre por el de Beyoğlu y comenzó su decadencia. La etimología viene de «Peran en Sykais» (campo de higueras al otro lado) y su floreciente prosperidad mercantil, de la acción de genoveses y venecianos que, desde tiempos del imperio bizantino, la mantuvieron y aun la incrementaron tras la conquista otomana. Su riqueza y su opulencia fueron míticas. Hoy queda un cosmopolita ambiente comercial y lúdico que aún embriaga. No se lo pierdan: «es la pera».
Cronista oficial de Castelló