Sin cortarse un pelo, así ha sacado el ministro comunista Alberto Garzón su cara más radical atacando a nuestro sector ganadero y a los productos cárnicos españoles. Que nuestras carnes son de mala calidad dice el ministro, y se ha quedado tan ancho. Para eso le pagamos su sueldo y el de todo un Ministerio, para que vaya diciendo sandeces y atacando a nuestros ganaderos.
Y yo me pregunto, los solomillos de su boda, ¿eran suecos? ¡Menuda hipocresía! Y lo más grave es que su jefe Sánchez sigue sin decir ni hacer nada, en lugar de haberlo cesado inmediatamente. Y Ximo Puig, lo mismo. Todos calladitos. ¡Ay, qué agustito se está en el sillón! Pero por qué poco tiempo, y no solo porque las encuestas vaticinen que ya soplan aires de cambio, sino por el sentir general que se puede respirar al salir a las calles. Solo hay que hablar con los comerciantes o con los usuarios de Cercanías que mañana tras mañana asisten a la odisea de recortes y cancelaciones; sin olvidar el daño a nuestro sector pesquero, a la industria cerámica o a las peluquerías, entre otros.
Y por si era poco, la inmovilidad ante los ataques pancatalanistas. Porque ya lo que faltaba es que la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre diga que el Tribunal de las Aguas de Valencia se desarrolla en catalán. ¿Cuánto más vamos a tener que aguantar los castellonenses, valencianos y alicantinos que se nos pisotee? Ya les digo yo que nada, porque ni el PP de Pablo Casado y Carlos Mazón, ni esta senadora, nos vamos a quedar callados, y vamos a seguir denunciando cada agravio a nuestra tierra y defendiéndola allá donde estemos.
Ah, por cierto, y seguiremos comiendo carne española, ¡que nos encanta!
Senadora del PP y portavoz del PP de Castellón