El Periódico Mediterráneo

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Paco Mariscal

AL CONTRATAQUE

Paco Mariscal

Falta de pan para tanto chorizo

Ingeniosos pícaros y ladrones aventajados, malhechores despreciables y habilidosos mangantes, malandrines del engaño y villanos desaprensivos, viles rufianes y corruptos con caras de hormigón armado: los títeres del retablo o libro de Xavier Latorre Amiguitos del alma, recién publicado por la Institució Alfons el Magnànim. Un libro para los de aquí: los nacidos en tierras valencianas e hispanas en general, entre las que se incluyen naturalmente las orillas del Riu Sec. Unas escasas 120 páginas, cuya lectura, lamentablemente, no será obligada para las huestes que dirigen el PP en Alicante o en el Pla de Lluch, aunque debería serlo para el alcalde del Mas de Rovira; es lectura recomendable para alféreces y suboficiales del PSPV-PSOE; y los cadetes de Compromís y Podemos podrían hojear esta obra literaria. Nuestra extrema derecha puede, sin más, dejar tranquilo el libro de Latorre en la estantería; al cabo ya indicó Cervantes, en su entremés La elección de los alcaldes de Daganzo, que para determinados personajes las lecturas son «quimeras que llevan a los hombres al brasero y a las mujeres a la casa llana», es decir, el leer lleva a los hombres a la hoguera de la Inquisición por herejes, y a las mujeres a un prostíbulo. Ingenioso como siempre nuestro soldado y héroe de Lepanto, a quien les cito.

Y es que la lectura del libro de Latorre nos conduce a una especie de purificación catártica contra la corrupción en todas sus manifestaciones. El libro viene configurado por una colección de artículos periodísticos publicados entre el 2012 y el 2015 en el Levante de grupo editor de Prensa Ibérica. Pero, si se lee con atención, van mucho más allá del periodismo de opinión al uso. Constituyen un retablo literario con la corrupción como tema clave en el ámbito de lo político y su incidencia puntual, durante algunos años, en el País Valenciano. Pero no hay maldades ni anatemas en la literatura del periodista de Vila-real. Hay mucho Mariano José de Larra de forma implícita y explícita, y además mediante un lenguaje claro y transparente.

Romanticismo intimista

Larra es, junto a Bécquer y Rosalía de Castro, un exponente, nada altisonante, del romanticismo intimista hispano. Sus artículos políticos o de costumbres nos remiten, sin duda alguna, al romanticismo centroeuropeo de Heine. A esa sensibilidad pertenece el libro de Xavier. Los artículos, escritos en primera persona, toman una perspectiva sociológica y crítica. Son cuadros de costumbres y sátira política que buscan la verdad que late bajo la mordaz exposición de imposturas e hipocresías. Son a un tiempo fragmentos de la España de pandereta y cuadros costumbristas, pura literatura, que retratan aspectos de una realidad corrupta entre divertida y pintoresca, es decir, Larra.

Unas veces, nuestro Larra de La Plana, nos retrata al matrimonio pudiente que lamenta no estar inmerso en un caso de corrupción, que siempre les aportaría prestigio social. Exageraciones cómicas para presentar situaciones o personas que el lector reconoce con facilidad. En muchas ocasiones aparece la sombra del Pobrecito hablador, que editaba Larra hace dos siglos. «Andamos zombis por la calle. Lo hacemos apesadumbrados por las noticias que hablan de la gran desvergüenza nacional: el pillaje nuestro de cada día», comenta Latorre en su artículo Depresión democrática del 2014. O «Los valencianos por más señas somos reconocidos por ser muy innovadores en el campo de la corrupción en el ámbito europeo» dejó negro sobre blanco en noviembre del mismo año. Xavier toca el hueso y la médula del problema y la pesadumbre de la suciedad y falta de ética que llegan hasta nuestros días. La lectura y la reflexión se hacen necesarias en Navalmoral de la Mata y en Correntilla, junto a la misma Rambla que atraviesa el término municipal de Castelló del Riu Sec.

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