El Periódico Mediterráneo

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María Victoria Garrido

Mamá, quiero ser científica

Hace unas semanas, la ministra Diana Morant explicaba que estudió Teleco «por rebeldía» ya que quiso ser «el hombre de la casa». La constatación de un hecho evidente, la escasa presencia de las mujeres en las ingenierías (en España no llega al 30% en la actualidad), le valió el escarnio de la caverna.

Para sus críticos, lo que ella vivió, lo que las mujeres viven, es natural, tan natural como el patriarcado; las mujeres en la ciencia han sido invisibilizadas a lo largo de la historia con escasas referencias en los libros, cuando no directamente han sido hombres quienes han rentabilizado sus hallazgos. Ni la niña que fue la ministra, ni por supuesto sus predecesoras, tuvieron (suficientes) referentes femeninos a las que seguir y, por supuesto, admirar.

Tampoco en el escenario pospandemia de la covid-19, donde nos hemos (re)encontrado con la ciencia como un elemento esencial para el progreso, hemos sido capaces de poner en valor el trabajo de las mujeres científicas. Por ello, esta semana que celebramos el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia permítanme recordar a dos científicas memorables: la española Isabel Sola, microbióloga y viróloga, codirectora del equipo que desarrolla la vacuna española para combatir la pandemia; y la bioquímica húngara Katalín Karikó, responsable de las investigaciones que han permitido el desarrollo del ARN mensajero necesario para las vacunas contra la covid-19 basadas en genes y no en proteínas, un descubrimiento que la convertiría en la madre de la vacuna contra el coronavirus.

Porque fomentar el acceso y las vocaciones de las niñas y las mujeres en disciplinas STEM (Ciencias, Tecnologías, Ingenierías y Matemáticas), también pasa por mayor reconocimiento social de los conocimientos y valores que las mujeres aportan.

Secretaria de Igualdad del PSPV-PSOE de la provincia de Castelló

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