Afrontamos el 8-M tras dos años de una pandemia que ha amenazado los cimientos de nuestra sociedad, nos ha reconectado con muchos valores olvidados, pero, sin embargo, ha dejado indemne la estructura patriarcal que nos sostiene. El último mes está lleno de ejemplos de cómo el machismo sigue apareciendo en los comportamientos y, cuanto más cotidiano y crudo se vuelve, más se justifica por las clases más retrógradas.

El umbral de tolerancia al machismo sigue creciendo, cómo si no explicaríamos que el entrenador del Rayo Vallecano femenino siga en activo tras sugerir una violación grupal para reforzar el espíritu de equipo (masculino). O cómo explicar que la mano de Úrsula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, se quedara en el aire al negarle un mandatario ugandés el saludo, mientras sí estrechaba la mano de Charles Michel y Macron. Son casos graves de una actitud tristemente cotidiana: conferencias en las que no hay mujeres, charlas sobre mujeres en las que son hombres quienes deciden y hablan por ellas… claros ejemplos de que el patriarcado sigue presente en nuestra sociedad. Afortunadamente, diariamente más personas se unen a la lucha feminista, una lucha que solo busca la igualdad entre hombres y mujeres, que el 50% de la sociedad representado por las mujeres pueda disponer de un sitio en todos los espacios, igual que el que reciben los hombres desde siempre. Queremos estar presentes en ámbitos de decisión y ser visibles, aportar nuestra visión y nuestras ideas y que se nos oiga y escuche. Queremos más personas que sigan el ejemplo de la ministra Nadia Calviño no participando en debates en los que «sea la única mujer», aplicando, así, un cordón sanitario al machismo, por protocolario e imperceptible que parezca.

Secretaria de Igualdad del PSPV-PSOE de la provincia de Castelló