El Periódico Mediterráneo

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Francisco Toledo

Por qué somos campeones de inflación

España ocupa tan solo el lugar 49 de 50 países desarrollados en cuanto a menor peso en empresas públicas eléctricas

Los últimos datos de la inflación interanual en España la sitúan en el 9,8%, un dato que nos empobrece a los ciudadanos, de forma dramática a los que ya tenían dificultades para llegar a fin de mes; que hace crecer los costes de las empresas hasta llevar a algunas a parar y que nos hace perder competitividad porque los datos de los otros países son notablemente mejores.

¿Por qué España es campeona de inflación? Con datos de Eurostat, solo nos superan Estonia, Lituania y Letonia. ¿Por qué duplicamos la inflación de Suiza, 2,4%; Suecia, 4,3%; Francia, 5,1%; Noruega, 3,7%; Israel, 3,5%; o Australia, 3,5%? ¿Por qué hay países que no superan el 7% como Reino Unido, 6,2%; Finlandia, 5,6%; Italia, 7%; Irlanda 6,9%; Islandia, 6,7%; o Portugal, 5,5%? ¿Por qué aquí tenemos un 9,8% mientras que hay países como Japón con inflación de solo un 0,9%?

Las comparaciones dejan claro que algo estamos haciendo muy mal. ¿Qué es? No he oído esta reflexión, que me parece clave para atacar el problema estructural que padecemos, tan solo se habla de medidas paliativas como las aprobadas por decreto ley por el Gobierno de España, unas medidas necesarias en el corto plazo, que durarán pocos meses, pero no suficientes para resolver el problema a medio plazo y para evitar que se repita. Son pan para hoy y hambre para mañana.

Les invito a releer el artículo que escribí en esta sección el pasado 4 de diciembre sobre amenazas al crecimiento económico. Advertía de que la tendencia al alza de la inflación podía dar al traste con las buenas previsiones de crecimiento. Analicé los orígenes de la inflación, concluyendo que no se debía a costes ni a demanda sino inflación autoconstruida (la expectativa de que van a subir los precios en el futuro hace que se quieran adelantar subiéndolos cuanto antes); advertí de que no se podía dejar solo al mercado para que lo ajustara y urgí la implicación de los distintos gobiernos de forma coordinada para frenar estas tendencias inflacionistas. Parece que cuatro meses después y con 4,2 puntos más de inflación, al fin se dan cuenta.

La inflación autoconstruida provoca a su vez subida de costes, alimentando así otra fuente de inflación, y se ha visto impulsada por la guerra de Putin. Pero no podemos caer en el error de que el origen de la inflación desbocada es esa guerra porque ya tenía una acusada tendencia al alza (en febrero España tenía una previsión del 7,1%). La guerra ha acusado aún más la subida, pero ya era insoportable antes de que Putin atacara a Ucrania.

El origen de la inflación desbocada se debe al encarecimiento de la energía. Eurostat lo constata. Es cierto que desacoplar el precio del gas del de la electricidad disminuiría ese crecimiento, además de hacer las tarifas más justas; pero también es cierto que ese encarecimiento es el mismo para toda la zona euro y sin embargo la inflación es muy distinta por países. Por tanto, algo tiene España que hace que seamos campeones de inflación y ese algo ha de estar ligado al ámbito energético, que es la madre del cordero en este caso.

Les invito a leer un informe de la OCDE titulado State-Owned Enterprises and the low carbon transition (58 páginas) o su resumen, Energy sector SOEs: You have the power!. Analiza el papel de las empresas públicas eléctricas (SOEs, State-Owned Enterprises), llegando a interesantes conclusiones:

1)

Las SOEs, con participación mayoritaria o totalmente pública, generan más del 50% de la energía eléctrica en el mundo. De ese gran pastel el estado español no tiene nada porque no participa en empresas públicas; genera el cero por ciento y esta es una clave definitiva para explicar nuestro campeonato mundial de inflación. Además, hay otro 12% de electricidad generado por empresas con participaciones públicas minoritarias, entre las que tampoco está el estado español.

2)

32 de las 50 mayores empresas eléctricas a nivel mundial tienen participación pública de países sin régimen comunista: Méjico, Canadá, Estados Unidos (tiene empresas públicas en 49 estados), Suecia, Noruega (cuya empresa Statkraft genera energía también en Brasil, Perú y Chile), Francia, Brasil, Japón, Australia, Austria, Israel, Finlandia, Irlanda, Italia, Suiza o Alemania (tiene empresas municipales como en Hamburgo).

3)

España ocupa el lugar 49 de 50 países desarrollados en cuanto a menor peso en empresas públicas eléctricas. Además, ese peso se limita a la participación del estado en la Red Eléctrica Española, que tiene la infraestructura de transporte, pero que no genera electricidad ni la comercializa.

4)

Las SOEs proporcionan cuantiosos ingresos a las arcas públicas al repartir beneficios; en España, proporcionan cero euros por ese concepto (para más INRI, el estado italiano sí que recoge los beneficios de nuestra Endesa, ya que es su propietario mayoritario, a través de ENEL, tras ser privatizada por el gobierno de Aznar).

5)

Las SOEs consiguen que la energía sea más accesible al rebajar el precio del MWh en el mercado mayorista y repercutiendo en la factura del consumidor. Además, los gobiernos pueden utilizar las SOEs para controlar cadenas de suministro energético estratégicamente sensible.

6)

Las SOEs están impulsando la descarbonización al invertir fuertemente en energías renovables. En España, tampoco tenemos esa herramienta y se lo dejamos al mercado.

La inflación tan elevada respecto a otros países se debe principalmente a que España no cuenta con empresas públicas eléctricas como sí que tienen otros países. No puede dejarse totalmente al mercado algo tan estratégico y algo que es tan sensible a la especulación. El gobierno español haría bien en crear cuanto antes una SOE (amparado por el artículo 128.2 de la Constitución) que podría rescatar o no renovar las concesiones hidroeléctricas, que podría instalar multitud de placas solares para suministro de familias, especialmente las más vulnerables --¿por qué no se han previsto fondos de reconstrucción para ello?--, que podría explotar la energía excedente de esas placas con fines solidarios o para rebajar tarifas, que podría impulsar vigorosamente el desarrollo de renovables… El resto del mundo no puede estar equivocado cuando van por ese camino. Los equivocados somos nosotros y lo vamos a pagar muy caro. Recuerden: el 62% de la electricidad mundial se genera por empresas con participación pública y el estado español tiene cero patatero de ese gran pastel.

*Catedrático de Ciencias de la Computación e Inteligencia Artificial de la UJI

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