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Francesc Michavila

Inquietudes de un europeo

Francesc Michavila

Cuando Macron vuelva a La Sorbona

El horizonte diseñado por el actual presidente de Francia se sintetizaba en una Europa soberana, unida y democrática

Hoy tiene lugar la primera vuelta de las elecciones presidenciales en Francia; la segunda y definitiva entre los dos candidatos más votados será dentro de dos semanas. Todos los sondeos dar como ganador final a Emmanuel Macron, que así iniciará su segundo mandato como presidente de la República Francesa. El margen suficiente que dan los encuestadores a su victoria (se prevé que la obtenga ante Marine Le Pen, la candidata del Rassemblement National de extrema derecha) me permite el atrevimiento de realizar por adelantado la reflexión que sigue.

En septiembre de 2017, solo cuatro meses después de su elección como presidente de la República, el joven Emmanuel Macron acudió al histórico Amphithéâtre Richelieu, situado en el histórico edificio de La Sorbona de la parisina rue des Écoles, para pronunciar una conferencia que tituló Iniciative pour l’Europe. Su discurso, ante un auditorio de estudiantes franceses y extranjeros, no dejó indiferente a nadie. Unas palabras llenas de ambición y pasión que eran, según el corresponsal de El País en París, Marc Basset, más propias de un presidente de Europa, pues a ella las dirigía en realidad. La expresión de un federalista europeo verdadero, a mi juicio.

Ante los grandes problemas que acuciaban a Unión Europea, Macron cuestionaba cómo los países europeos defendían sus intereses y sus valores. ¿Pueden, acaso, cada uno en solitario dar respuestas satisfactorias? Y añadía el presidente francés: «Europa es demasiado débil, demasiado lenta, demasiado ineficaz», «la audacia y el sentido de la historia es nuestra única respuesta». Su idea: si los europeístas no refundan la Unión Europea, serán los que prometen odio, las divisiones y el repliegue nacional quienes lo hagan, y apostillaba Macron que «el nacionalismo, el identitarismo y el proteccionismo encendieron las hogueras donde Europa pudo haber perecido. Aquí están con hábitos nuevos». Una visión profética en la hora dramática que hoy desgarra al heroico pueblo de Ucrania.

La respuesta que recibió el alegato europeísta de Macron fue más bien tibia, una acogida nada alentadora, como la del primer ministro de los Países Bajos, Mark Rutte. El neerlandés, un jefe de gobierno caracterizado por su desprecio o ninguneo de los países del Sur europeo, era y es reacio a una mayor integración en el proyecto europeo. Con su pertinaz afán de recortar el gasto público, llegó a afirmar: «No habrá más dinero para Grecia», en uno de sus peores momentos vividos por los helenos a raíz de la crisis financiera. Tampoco Angela Merkel se mostró entusiasta con el pensamiento del líder francés, haciendo gala de una visión alicorta, solo preocupada por los intereses alemanes. ¡Qué lejos quedaban los tiempos de los adalides del europeísmo, Helmut Kohl, Jacques Delors, François Mitterrand, Henri Jane y Altiero Spinelli!

El horizonte diseñado por Macron en el discurso de La Sorbona se sintetizaba en una Europa soberana, unida y democrática. Una Europa soberana que protegiese a sus ciudadanos ante los problemas planteados con la acogida de los refugiados, de Siria y otros territorios en guerra, el cambio climático acelerado, la regulación de la economía globalizada, las amenazas geopolíticas y el terrorismo. Una Europa unida por medio de la cultura y el saber, junto al desarrollo de acciones de convergencia progresiva entre los modelos sociales y fiscales de los estados miembros de la Unión. Una Europa democrática basada en el funcionamiento ágil y eficaz de los poderes públicos.

Cuando las turbulencias que convulsionan el tiempo presente amainen será un buen momento para ponderar los avances habidos en la refundación de Europa y, quizás, Macron se plantee entonces volver a La Sorbona.

Cuando Macron vuelva a La Sorbona, tras ser reelegido a finales de este abril, recordará que en el discurso de 2017 habló de un plazo de diez años para llevar a la práctica su extraordinario plan, ahora se halla a mitad de camino. Pero Macron ni en la peor de las pesadillas podía imaginar que tantos obstáculos se iban a oponer a su sueño de federalismo europeo, incluidas una larga pandemia y una atroz guerra en territorio europeo. Su balance ha tenido luces y sombras; las primeras lo han convertido en líder indiscutido del movimiento europeísta, las segundas debidas a la oposición de otros dirigentes solo preocupados por los beneficios nacionales.

Cuando Macron vuelva a La Sorbona, su propuesta de creación de «una fuerza común de intervención» y de un presupuesto europeo para la defensa siguen siendo un deseo en lugar de una realidad. La invasión rusa de Ucrania ha mostrado el acierto de Macron (el artículo mío de febrero se anticipaba en la cuestión). Ahora es una necesidad urgente.

Cuando Macron vuelva a La Sorbona, su voluntad de convertir a Europa en líder de una transición ecológica eficaz y justa va camino de ser realidad. El Pacto Verde Europeo, aprobado por la Comisión Europea en diciembre de 2019, responde acertadamente al planteamiento macroniano.

Cuando Macron vuelva a La Sorbona, seguro que se sentirá satisfecho del avance de su proyecto de crear una red de Universidades europeas y del alcance que tienen los intercambios de jóvenes europeos para así conseguir el dominio de dos lenguas europeas.

Cuando Macron vuelva a La Sorbona, sin embargo, lamentará la lentitud que atenaza a las reformas institucionales en la Unión, sin que se haya revitalizado todavía el Parlamento Europeo ni la Comisión sea más ágil.

La invasión de Ucrania ha abierto los ojos de muchos que no querían ver. La razón de la fuerza, de nuevo, intenta imponerse a la fuerza de la razón. La agresión del totalitarismo, la voluntad de un dictador que no repara en la muerte de personas inocentes que ocasiona su megalomanía, ha hecho comprender a muchos europeos la bondad del proyecto unificador de Europa. En las fronteras de la Unión Europea, un pueblo inocente es masacrado, y ante ese crimen los principios ilustrados y democráticos que sustentan la construcción de la Unión Europea apelan a la conciencia y a la defensa de la libertad. La unión de los europeos es la única respuesta posible. Una Europa soberana, unida y democrática como decía Macron en La Sorbona en 2017.

La defensa de la libertad urge que Europa se unifique políticamente. La causa de Ucrania es hoy la causa de la libertad.

*Rector honorario de la Universitat Jaume I de Castelló

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