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Antoni Llorens

Tribuna

Antoni Llorens

Por una Plataforma del Sí

No estamos condenados a la recesión. Muy al contrario, estamos capacitados para salir de ésta y retomar la senda del crecimiento

Conocer cómo piensan y cómo sienten nuestros pueblos no debería ser complicado. Baste con estar junto a ellos siendo uno más. Participando de su vida y contribuyendo en lo posible al cumplimiento de sus anhelos. Sin creerte mejor que nadie ni con derecho a imponer doctrina u obligar a que sean como no son. Con humildad.

En EnerHi lo ponemos en práctica siempre que podemos. Dialogando con los alcaldes y las corporaciones, con los empresarios, las asociaciones, los colectivos, también con aquellos que no están a favor de las renovables, con quienes siempre nos reuniremos e intentaremos aproximar posturas en la medida posible.

También lo hacemos a través de nuestra política de Responsabilidad Social, que se expresa de forma visible en nuestros patrocinios. Por ejemplo, apoyando los campeonatos de la tradicional pilota, el fútbol modesto del Atzeneta, la Rueda por el Autismo, el gran concurso de paellas de Borriol con motivo de San Vicente o las retransmisiones de la Semana Santa de este diario. Justamente antes de que entremos a fondo en la Semana de la Pasión, en la que debería imperar un sentimiento de fraternidad y apoyo mutuo, es quizás el momento de hacer una reflexión. Desde el conocimiento que nos da esa relación estrecha y constante con la vida real de nuestros pueblos a la que me he referido, nos atrevemos a aseverar que sus gentes están, de forma abrumadoramente mayoritaria, a favor de un equilibrio armónico entre el desarrollo económico y la preservación del entorno.

La gran mayoría espera con verdadera expectación la llegada de modelos de desarrollo que generen empleo y aporten riqueza, frenando su despoblación y abandono, dando oportunidades a los jóvenes y seguridad a los mayores. También es cierto que, como no podía ser de otra manera, los ciudadanos y ciudadanas son conscientes de que toda instalación productiva genera un impacto, motivo por el cual exigen que no solo se cumpla la legislación europea, nacional y autonómica, cuyo grado de exigencia ambiental es el más alto del mundo, sino que se vaya más allá, de manera que las compañías seamos capaces de presentar proyectos cuya afección sea infinitesimal comparada con las ventajas que implica la descarbonización de la economía a gran escala, única vía real de lucha contra el cambio climático.

En definitiva, nuestros pueblos no están inmersos en una Plataforma del NO, sino, muy al contrario, apuestan mayoritariamente por una Plataforma del SÍ. Sin embargo, pareciera que este sentir, que fluye de forma natural y que se apoya en el sentido común, no se tiene en cuenta en determinados grupos, dispuestos a imponer ideas preconcebidas, sin reparar en que tal actitud puede acabar colapsando, más pronto que tarde, la máquina del barco en el que todos viajamos juntos.

Todos y todas, en mayor o menor medida, somos conscientes de las serias amenazas que se ciernen sobre nuestra estabilidad económica. Amenazas que bien podrían truncar nuestra capacidad futura de crecer y dejar un país más próspero a nuestros hijos y nietos, si frente a ellas no somos capaces de actuar con resolución. Y rapidez.

No estamos condenados a la recesión, ni mucho menos. Muy al contrario, estamos capacitados para salir de ésta y retomar la senda del crecimiento. Conocemos bien qué tipo de acciones hay que adoptar. Con la gran ventaja de que no tenemos que inventar nada nuevo. Ya estaba todo inventado y decidido, tanto en instancias internacionales como nacionales. Solamente hay que acelerarlo, potenciarlo a la máxima expresión.

La ecuación es cristalina: descarbonizar la economía a través de un proceso de transición ecológica en el cual el modelo energético se basa en fuentes renovables, y eso pasa por la instalación a gran escala de plantas solares y eólicas de dimensiones significativas.

¿Que además habrá y debe haber espacio para fórmulas de ámbito muy reducido y de autoconsumo? Por supuesto. ¿Que alguien se empeña en que esas fórmulas complementarias pueden sustituir a las de media y alta capacidad y aquí no pasa nada? Pues, con todos los respetos, pensar eso es un disparate. Y darle carta de naturaleza mediante reglamentaciones, resoluciones, etc., aprovechando la autonomía del ámbito local, constituye una colosal equivocación que pagaremos todos.

El not in my backyard (no en mi patio trasero) acuñado por los anglosajones para describir aquellas situaciones en las cuales estamos todos a favor de determinadas transformaciones del territorio, salvo que sean cerca de nuestra casa, puede adquirir en nuestra querida tierra tintes inquietantes.

No es admisible que en un municipio, pongamos en nuestra provincia de Castellón, se cuele de manera diríamos que cuasi furtiva un artículo en su normativa urbanística que prohíba toda instalación fotovoltaica que supere 1 MW de potencia. Puede abocar a un choque de legitimidades en el que, esperamos, prevalezca el interés general representado por las autoridades autonómicas. Pero ya estamos generando confusión y perdiendo el escaso tiempo del que disponemos. Y no deja de ser un ejercicio palmario de insolidaridad. El mundo no se acaba en los límites de un término municipal, de su backyard.

¿Qué pasaría si Cofrentes o el Grau de Castelló o el Puerto de Sagunto no hubiesen aceptado o no aceptasen en sus dependencias ninguna instalación con una potencia superior a 1 MW? Pues que no habría suministro energético para nuestros pueblos y ciudades, tanto para ciudadanos como para empresas, sean electrointensivas o no. Miles de personas que trabajan y se ganan la vida en las grandes empresas de Castellón dejarían de hacerlo porque simplemente no existirían.

Se da la paradoja de que hoy, cuando disponemos de una industria puntera cuyo impacto directo en el entorno natural es ínfimo comparado con los modelos económicos de hace solo 30 años, nos encontramos con una corriente que, en nombre de un supuesto proteccionismo de la naturaleza, opera, seguramente de forma inconsciente, en contra de la naturaleza. Por la sencilla razón de que para salvar el planeta no hay otra alternativa a la descarbonización y tampoco hay otra alternativa a un desarrollo intenso de la fotovoltaica, lo cual incluye necesariamente plantas de dimensiones suficientes.

En EnerHi lo tenemos muy claro. La vía es la Plataforma del SÍ. Exigir con todas nuestras fuerzas que los parques solares y eólicos impacten lo menos posible y que a la vez sean un polo de desarrollo de los pueblos, hasta ahora olvidados. Pero para esto último deben contar con capacidad real. El camino no puede ser el constreñir su capacidad y tamaño hasta hacer inviable una economía de escala capaz de generar rendimientos verdaderos. En definitiva, o somos globales o dejaremos de ser. Nos queda poco tiempo.

*CEO de EnerHi

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