El Periódico Mediterráneo

El Periódico Mediterráneo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Yolanda Arnau

Tribuna vecinal

Yolanda Arnau

Ser diferente también es ser normal

Desde el principio de los tiempos se ha intentado normalizar todo lo diferente, entendiendo por normalizar hacer que algo se ajuste a una norma, una regla o un modelo común. Las madres y padres de niños con autismo hemos intentando que nuestros hijos se comportaran de manera normal, que hicieran lo que hacen los demás, que no llamaran la atención, que se comportaran como si no tuvieran autismo sin darnos cuenta que eso que estábamos pidiendo, era, en muchas ocasiones, un desideratum inalcanzable, y a veces, incluso doloroso, para ellos.acer a un niño quedarse quieto y en silencio cuando le molesta un sonido, una luz, prohibirle que aletee en público o que no se balancee , más cuando no puede expresarse, visto desde la distancia, ahora, es horrible.

Gracias la investigación, al conocimiento, hemos podido acercarnos un poco más al trastorno del espectro autista (TEA) y hemos podido saber que muchas personas con autismo tienen alteraciones en su procesamiento sensorial hasta tal punto que determinados estímulos, como una luz o un olor, que a las personas normotípicas les puede parece normal, imperceptible, a ellos puede producirles dolor.

Gracias a testimonios de personas con autismo adultas, y a todo lo que se está investigando, hemos dado un paso más y ya no queremos normalizar a nuestros hijos . No queremos que sean normales, queremos que se normalice su presencia en la sociedad. Porque ser diferente también es normal. Y para ello, una vez más, la palabra clave es la educación. Tenemos que explicar qué es el autismo, cuáles son las dificultades y las peculiaridades que puede tener una persona con TEA, para que así el entorno pueda reaccionar de una manera adecuada, poniendo las medidas necesarias para que todas las personas, con y sin autismo, puedan gozar de las mismas oportunidades. Y con la concienciación viene la educación en valores, el respeto y la tolerancia.

El pasado 2 de abril, en la jornada Roda per l‘autisme de Castelló, dimos un pasito más hacia este escenario: más de 2000 personas participaron de las actividades programadas, nadie se excluyó.abía niños, pincel en mano, pintando su lienzo con mimo y con esmero al lado de otros que necesitaban ayuda para mantener el lápiz. Niños esperando su turno junto a niños aleteando. Las estereotipias se normalizaron.

Lo único que estaba fuera de control eran los nervios de las madres y padres azules. Esos nervios que acompañan al estado de alerta permanente, ese miedo a no saber cómo va a reaccionar tu hijo, cómo van a reaccionar los demás. Y ese miedo dio paso a una sensación de felicidad cuando te vas cruzando con otras familias azules, cuando ves que todos se lo estaban pasando bien, cuando te das cuenta de que lo has logrado: estás allí, al mogollón, en medio de todo. Una mezcla de sentimientos cruzados, una oleada de sensaciones, la piel de gallina… unas ganas de inmensas de llorar cuando, desde el sofá, miras las fotos, y ves que sí, que lo vamos a conseguir, que estamos por el buen camino, y dentro de unos años ya no será necesario hablar de inclusión, porque tendremos una sociedad capaz de dar respuesta a todos y a todas porque normalizar no es trabajar para que nuestro hijos con autismo se comporten como si no lo tuvieran, normalizar es que las personas con autismo puedan disfrutar de todos los recursos que ofrece el entorno ordinario conviviendo junto al resto de niños y niñas, y que esa presencia, esa participación y ese aprendizaje sea visto como algo normal.

*TEA CAST

Compartir el artículo

stats