Ha sido habitual en la Historia ver cómo los regímenes totalitarios utilizaban la Educación como un instrumento para dominar a la población que pretendían controlar en todo momento. El libre pensamiento era el gran enemigo para estos sistemas políticos y no podían consentir que los ciudadanos se atreviesen a dudar o ser críticos con las enseñanzas oficiales recibidas.
La pretensión del Gobierno no es ni enseñar ni dejar pensar. Es obvio que las malas intenciones de la izquierda de este país pasan por destruir el sistema educativo que es el mejor puente hacia el futuro. Consolidar una juventud preparada, formada y capaz de competir en el mundo es irrelevante para el Gobierno que persigue descafeinar todas las materias y denostar la cultura del esfuerzo y superación, creando una sociedad acrítica, dócil y cómoda para sus intereses.
Desaparecen del currículum aspectos tan importantes como: los números romanos, la regla de tres, la conjugación de los verbos, las normas ortográficas, los signos de puntuación, la estructura y funcionamiento de los ordenadores, la programación, ciberseguridad, por mencionar algunos. La ética como mejor ejemplo para cultivar el espíritu crítico se convierte en un recuerdo del pasado.
La Real Academia de la Historia considera que las intenciones del Gobierno en esta área fomentan una falsedad inventada y que se debe huir de la utopía y del presentismo simplificador. No se tiene ningún interés en que la Historia sea una ciencia, puesto que el ejecutivo está obsesionado en crear su propia Historia para cambiar nuestro pasado y construir un presente y un futuro más acorde a sus gustos e ideología. Simplemente se quiere destruir la base de esta gran nación y de su glorioso pasado. Sin nuestro pasado (con sus luces y sus sombras como todos) ni nosotros ni muchos pueblos del planeta seriamos lo que somos en estos momentos.
Ataque a tres pilares básicos
Con estas reformas educativas se pretende desestabilizar a la sociedad occidental, atacando a sus tres pilares básicos: la filosofía griega, el derecho romano y el Humanismo cristiano. Con estos cambios solamente ascenderán cultural, social y, por tanto, económicamente los hijos de las familias que se puedan permitir una educación privada de calidad. Desde el Partido Popular seguiremos luchando para, que dentro de la libertad de elección de los padres, todos los alumnos tengan las mismas oportunidades y el nivel se iguale siempre por arriba y nunca por abajo.
La Educación debe ser una herramienta de progreso y prosperidad y jamás un arma arrojadiza que juegue a favor de ningún interés partidista o político. España exige un pacto de Estado por la Educación que genere una ley educativa que sobreviva a los cambios de Gobierno. El futuro de nuestros niños y jóvenes no puede permanecer al albur de la conveniencia de determinados partidos políticos.
Diputado del PP en el Congreso
