Que hablen las urnas

Independentistas, nacionalistas y bilduetarras supuran por sus heridas ante el denominado caso Pegasus. Ayer las zorras entraron en el corral de los secretos de Estado y le faltó tiempo a Rufián, la lengua viperina de ERC en Madrid, para hacer honor a su apellido. Aun así el mayor ariete que arremete contra el Gobierno es parte de ese propio Gobierno mediante escenificaciones personalizadas de Echenique, portavoz de Podemos en el Congreso, y la anuencia de las ministras podemitas, con especial ahínco de Belarra. La Pasionaria sin lustre de este maremágnum de Ejecutivo enrrumbado, sin timón, a los arrecifes de la perdición. ¿Y el patrón de la nave en la que van embarcados 47 millones de españoles? Estremece pensar en un paralelismo distópico entre Pedro Sánchez, presidente del Gobierno, y Edward Smith, capitán del Titanic.

Abierta en canal la seguridad nacional merced a la felonía de sucumbir a la extorsión de quienes persiguen aniquilar la unidad territorial del Reino de España, tras haber practicado el golpismo unos y el terrorismo otros, Sánchez sigue aferrado a un nuevo intento de salvar lo que queda de legislatura, rehén de los mayores enemigos de la Constitución del 78. Nadie espera que el inquilino de la Moncloa, ante semejante situación de debilidad de mando, tan extrema como inédita, decida el democrático y sano camino del adelanto electoral. Parece dispuesto a seguir alimentando el desenfreno moral de la política, engordando un narcisismo patológico del que ya tenemos sobradas muestras y cuya imparable proyección la pudimos ver el 2 de mayo, día elegido para convertirse en víctima del espionaje al igual que sus socios antiespañoles. Solo las urnas pueden enmendar el desgobierno.

Periodista y escritor

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