Opinión | PUNTO DE VISTA

Ser y tener

Quizá esta retahíla de cosas que pretendo decir, ya las dije alguna vez, pero, aunque me repita, no está de más recordarlo (llevo casi 900 columnitas en este periódico). Se trata de la eterna cuestión entre el tan cacareado ser contra su opuesto, llamémoslo así, tener. O lo que es lo mismo, el hombre nuevo del que hablan algunos teóricos y la consolidación del ser. Tema siempre de rabiosa actualidad.

Erich Fromm exhorta a abandonar el tener como forma de existencia y volver al ser, pues en la vida uno no es –no debe ser-- lo que tiene, sino lo que es. ¿Y qué somos? La reflexión nos llevaría a desligarnos de las posesiones excesivas y volver a la búsqueda del sentido de la vida, del ser. Renuncia, dentro de los límites, de esa acumulación de bienes, por una parte, y una centralidad del ser persona en todo lo que esto implica.

Un día visité un supermercado y me acordé no solo de Sócrates, sino también de Diógenes el Cínico (viene del griego perro) y de otros. Y pensé en la cantidad de cosas que no necesitamos para vivir dignamente. Pero uno de los males de nuestro tiempo es ese: tener y acumular. Otra experiencia la vi en televisión: la exhibición de una casa de una influencer con cantidad de aposentos, piscinas, muebles e innumerables objetos. Una exhibición inmoral. Y, al final, uno se queda estupefacto al ver el reverso de la moneda. ¿Dónde está el ser? Seguramente son seguidores epicúreos de un exacerbado materialismo en busca de un extraño placer en el que el ser queda arrinconado. Ser o no ser, esa es la pregunta incontestada por Hamlet.

Profesor

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