Opinión | BABOR Y ESTRIBOR

Indecoroso, Margarita

Cuarenta años de ejercicio profesional dan para bastante en cuanto a decepciones a la hora de escribir mojándote por quien, en determinado momento, consideras que representa modélica forma de hacer política y defender los intereses de España. De tal modo que alguna bofetada he recibido. La última, el infumable papel mamporrero de Margarita Robles en la hez que desde el Gobierno de Sánchez ha embadurnado el Centro Nacional de Inteligencia, entregando la cabeza de su directora por exigencia y tributo a quienes representan una amenaza real para la propia seguridad de la nación en la que no creen y sueñan con extinguir. Rectifico y reconozco la equivocación, resultado de cuán imprevisible deviene el ser humano, aún más cuando va revestido de cargo público. Indecoroso Margarita, si tuviera vergüenza, sentimiento inexistente en el sanchismo, habría arrojado la cartera de Defensa a la cara de su jefe y regresado al juzgado o, mejor, a casa. Opta por la sumisión, la sopa boba del puesto y la fidelidad a un tipo capaz de cualquier cosa. Pues sí, Margarita, hoy con usted me la envaino.

Ley de seguridad pública

Al tiempo, el Titanic de Sánchez sigue irremediable rumbo y ayer mismo el partido al que insultó el día anterior en prueba de su extrema debilidad, salvó la Ley de Seguridad Pública, texto que deseaban tumbar quienes lo tienen extorsionado con éxito: ERC y JxCAT. Feijóo, el nuevo líder del PP, demuestra acendrado sentido de Estado sin dejar de advertir que el Ejecutivo está dirigido por «una caricatura de presidente». Después de que Sánchez, falto de argumentos e intuyendo que hasta su propia osadía tiene límite, hundiera un poco más los pies en la letrina política. Supersánchez se apaga.

Periodista y escritor

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