Opinión | Tribuna

Prohibición de las quemas agrícolas

Siempre he creído que la empatía en política no es solo una virtud a valorar, sino una cualidad imprescindible. Ponerse en el lugar de otro resulta necesario para poder entender sus argumentos y ejercer bien la labor política en su mejor versión. Pero hay veces que con la mejor de las voluntades, se hace muy difícil.

Quienes no entienden la necesidad de que en determinados cultivos y situaciones no hay alternativa a la quema de los restos vegetales agrícolas y se enrocan en prohibirlas como se hace en la recientemente aprobada Ley de Residuos, lo hacen desde la perspectiva de evitar las emisiones de CO2 a la atmósfera. Vamos pues a intentar el ejercicio de empatía y evaluar esas emisiones.

En la Comunitat Valenciana la superficie total dedicada a agricultura es de 654 mil hectáreas. En el total de España, 23,9 millones. Todas ellas son en sí sumideros de carbono, es decir, absorben CO2 y emiten oxígeno durante toda su vida. Por simplificar: los cultivos son una herramienta anti-emisiones, por tanto, hay que proteger la actividad agraria porque reduce emisiones.

Siguiendo con el ejercicio de empatía, evaluemos cual es el sistema que menos emisiones genera para eliminar restos agrarios vegetales.

La primera opción, a la que parece abocar la Ley de Residuos actual, derivarlos a un gestor autorizado. O sea, vehículos y combustible para recogerlos y trasladarlos, y consumo de energía en la planta de tratamiento. Es decir, con ello tenemos emisiones por doquier.

Otra posibilidad, que tal vez podría permitirse con la Ley vigente, sería triturar en el propio campo. O sea, desplazar una máquina y ponerla a trabajar, con su correspondiente consumo de combustible y, por tanto, emisiones. Inviable además por su carga económica para los pequeños agricultores.

Y solo resta la opción de la quema controlada y autorizada. Que no solo es la que igual resulta ser la menos emisora sino que es la única viable para mantener el tejido agrícola vivo y absorbiendo CO2. Y es esa la que se prohíbe, lo que resulta a todas luces incomprensible.

Por eso digo que, aunque sea la empatía una buena virtud, hay veces que es imposible ejercerla. No se puede entender la postura de quienes se empeñan por dogmatismo en contraponer medio ambiente y agricultura.

Senador. Portavoz de Medio Ambiente del PP en el Senado.

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