El Periódico Mediterráneo

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Yellow Day

Los días amarillos

Si esconde un secreto este 20 de junio es la serotonina que aumenta gracias a la luz solar, pero también podemos obtener —gratis y todo el año— gracias al chocolate o los orgasmos

Playa de la Malvarrosa, en una imagen de archivo. EP

Qué gustazo traer buenas nuevas: el próximo día 20 de junio será el día más feliz del año. Que no les engañe el hecho de que caiga en lunes; la felicidad como el amor, ¿cómo es aquello que dicen? “No se busca, se encuentra”. Que te pilla de improviso, sin depilar e incluso a veces, hasta casado.

¿Pero cómo podría alguien afirmar señalando con el índice el calendario algo así de rotundo? ¡Qué soberbia! Cual político en campaña contando todo lo que hará cuando resulte El Elegido. Ya pueden pensar que la aseveración no es mía, que soy una persona cautelosa, sino de los gringos que invent… quiero decir, identificaron este Yellow Day (Día Amarillo) o ‘Día más feliz del año’. Cosas de un comité de expertos en respuesta al Blue Monday (Lunes Azul) o ‘Día más triste’ que Cliff Arnall, un profesor de la Universidad de Cardiff, situó en el tercer lunes de enero en base a una ecuación que conjuga el frío, lo que queda de sueldo tras el derroche navideño o lo poquísimo que se tarda en tirar por la borda los propósitos de año nuevo.

Pero antes de creer a pies juntillas lo que dice un experto recuerden a Fernando Simón y su “España no va a tener, como mucho, más allá de algún caso diagnosticado de Covid-19”. Ya era sospechoso elegir para el día más feliz el color amarillo —¿en serio, amarillo?—, pero, ¿quién en su sano juicio ligaría el azul a la tristeza? Luego caigo en que no todos tuvieron la suerte del y qué le voy a hacer si yo nací en el Mediterráneo y los compadezco.

Estos expertos —mezcla de psicólogos y meteorólogos— allá por 2005 acordaron que este día 20 exacto confluían una serie de parámetros dando el escenario más propicio para alcanzar esa ansiada superfelicidad: paga extra para los que no viven la ficción de cobrar más gracias al prorrateo; el verano a la puerta de la esquina como sinónimo de vacaciones —si no trabajas en la hostelería— y el sol con la declinación en máximos, regalándonos más horas de luz. Eran tiempos aquellos del 2005 de “hasta el cuarenta de mayo no te quites el sayo”, donde caer en la tentación de apresurar el cambio de armario te exponía a acabar bajando a por el pan hecho un turista: con chanclas y calcetines. A saber lo de la felicidad, pero lo que no fueron capaces de pronosticar es que el mayo de 2022 sería el más caluroso del siglo y viviríamos en junio la segunda ola de calor más temprana, así que el sol, más sol… suena a amenaza más que a premio.

Pero volviendo al Día Amarillo, no tardaron en aparecer los expertos en la oposición denunciando que si acaso alguien era feliz un 20 de junio —ni qué decir si cae en lunes— era víctima del adoctrinamiento de una profecía autocumplida. También hubo algún miembro más juicioso en la coalición de expertos advirtiendo sobre el peligro de crear tan altas expectativas y si no que les pregunten a todas las parejas que rompieron un San Valentín. Y casi enseguida se destapó en redes sociales que el Día Azul fue en realidad la campaña publicitaria encubierta de una popular agencia de viajes buscando hacer sentir al ciudadano miserable dentro de su vida para que escapara aumentando así sus ventas en temporada baja. Y la Universidad de Cardiff envió un comunicado desmarcándose del tal Arnall, refiriéndose a él como “esa persona de la que usted me habla” y aunque me gustaría decir que quedó así inaugurada la prensa amarilla, ya estaba inventada desde tiempos de Molière, cuando se extendió la noticia de que murió sobre el escenario interpretando ‘El enfermo imaginario’ víctima de un acceso de tos y que, como tal desgracia tuvo lugar vistiendo de amarillo, desde entonces es un color asociado a la mala suerte. ¡Todo mentira, que vestía de amaranto! Y aunque tosió, murió más tarde en casa de la tuberculosis que adolecía. Y en Francia el color vetado es el verde después de que numerosos actores enfermaran tras vestir ropajes tintados con verdín. Y en Brasil a la prensa amarilla se la denomina marrón porque “ese es el color de la mierda”.

Y entre tanto marrón, una verdad: Además de que el dinero no dará la felicidad, pero caramba lo que la cruje cuando falta, si esconde un secreto este 20 de junio es la serotonina que aumenta gracias a la luz solar, pero también podemos obtener —gratis y todo el año— gracias al chocolate o los orgasmos. Esa llamada ‘hormona de la felicidad’ que segregamos y que, en resumen, nos mejora el humor y nos relaja.

Recuerden este relax cuando vean a alguna política con el gesto crispado haciendo una pausa en el “cuando sea La Elegida” para acusar de que han metido en las aulas a los señores que se agachan en los parques para hablar a nuestros hijos de masturbación.

Que hay mucho en juego como para arriesgarlo todo a una sola papeleta que te pilla con el cielo o el humor nublado y está bien saber que contamos con una fuente más a mano y menos cambiante que el clima. Porque al final es de nosotros, de nosotros y no de ‘ellos’ de quien depende que todos los días… sean amarillos.

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