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Basilio Trilles

BABOR Y ESTRIBOR

Basilio Trilles

Moreno Bonilla, el nuevo PP

El centro-derecha, de la mano tranquila de Moreno Bonilla, ha arrasado en el histórico coto del PSOE y la izquierda. Ahora mismo toda Andalucía es mayoritariamente del Partido Popular, que enarbola con igual fuerza la bandera autonómica verde y blanca que la enseña nacional. Tan andaluz como español, tan español como andaluz. Juanma, el hombre templado, ha roto mitos y reventado corsés consolidándose en el más potente barón del PP y de todos cuantos gobiernan en las comunidades.

Es el inicio de una nueva era política que vaticina la demolición del sanchismo, esa forma de gobernar encarnada por la megalomanía de Pedro Sánchez, el prestidigitador al que ya no le quedan conejos en la chistera. Ejemplar la intervención del líder popular tras ganar por mayoría absoluta, fulminando las pretensiones de Vox y del bloque de izquierdas. Ejemplar digo en el fondo y en la forma, tendiendo la mano y reconociendo al conjunto de los andaluces como «mis jefes». Ese es el camino: respeto, concordia, pluralidad y defensa de la institución pública garante de ofrecer la igualdad entre todos los ciudadanos, los que han votado a Moreno Bonilla y los que no. Mensaje plausible, alentador, que contrasta con la balbuceante versión de la número dos de Sánchez, Adriana Lastra, la eminente intelectual del hoy desnortado socialismo cuyas palabras, de imposible justificación ante la derrota, dan vergüenza ajena. En Ferraz y en la Moncloa ya pueden empezar a atarse bien los machos, ante un más que posible vendaval de embestidas letales en las urnas.

En la noche electoral del domingo, una colega de La Sexta definió bien la imposible labor del sanchismo, esa corriente inspirada en el teócrata de las Ray Ban y el Falcon que ha dejado en un solar ideológico la herencia de don Pablo Iglesias: salvar al soldado Sánchez. Creo que ni Steven Spielberg ni Tom Hanks tienen bemoles para lograr el rescate. La cuenta atrás ha comenzado, inexorable.

Penosa travesía del desierto

El nuevo PP que encarna Moreno Bonilla, con el respaldo y la estrategia conjunta de Alberto Núñez Feijóo, ha logrado en Andalucía un punto de inflexión en el recorrido de un partido que ha tenido que sufrir una penosa travesía del desierto, en gran parte por errores y tropelías internas, que se antojaba más largo y duro. El mensaje centrado, acompañado de la gestión demostrada al frente de la Junta, ha quedado claro que cala mayoritariamente en la sociedad, hastiada de la inestabilidad y el riesgo permanente propiciados por los pactos anti natura por mor del entreguismo a intereses políticos de toda laya con tal de conservar el poder. O sea, el sistema Sánchez. Pues bien, resulta que la fórmula que ya lleva años practicando con éxito Feijóo en Galicia brota con fuerza en la comunidad más poblada y de mayor peso electoral.

El éxito del popular Juanma Moreno Bonilla logra varios hitos, cada cual más importante: la neutralización de Vox y la vuelta al centro de una parte de los electores que habían sido fieles al PSOE; el haber destronado a Díaz Ayuso, y a su conde de Olivares Miguel Ángel Rodríguez, como referente de líder más votado, en la demostración de que para ganar es innecesaria la escora a la derecha. El pujante camino de Moreno Bonilla se mimetiza con el trazado desde Génova de la mano de Feijóo, el otro hombre tranquilo dispuesto a asumir el intrincado reto que supondrá la herencia de Pedro Sánchez y sus socios de semejante estrambote de Gobierno. Y, sobre todo, el derrumbe socialista en el que fuere su feudo desde la Transición, debería invitar a Sánchez y al ejército de asesores atrincherados en la Moncloa a ir pensando en la mudanza. Difícil será que no haya adelanto electoral. La chistera ya no da para más.

Periodista y escritor

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