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Antonio Gascó

COSAS MÍAS

Antonio Gascó

Felipe II ‘el generoso’

Paso, casi a diario, por la plaza Mayor, a la que le tengo una gran devoción. En el suelo, realizado en cerámica, se encuentra, ya en bastante mal estado, una reproducción del primer plano levantado de la ciudad, por Rafael Martín de Viciana, para incluirlo en su Crónica de Castelló, publicada en 1564. En ella escribe que «es un pueblo grande, honrado y rico porque hay muchas casas de caballeros, médicos y hombres de honor… También hay otras casas de artes mecánicas y oficios manuales y ricos labradores. Otrosí tienen escuela de letras latinas en la cual se hace buen ejercicio». Esa buena situación, animó a los munícipes a solicitar al rey Felipe II, en 1588, el título de ciudad para la villa. La demanda tuvo escasa fortuna, tal vez por las pretensiones financieras exigidas para tal concesión. Así que el consejo vio de resignarse considerando que «més val ser bona vila que roïn ciutat». Y es que, nuestros antepasados, haciendo de la necesidad virtud, hicieron bueno el refrán de «el que no se conforma es porque no quiere».

No fue ingrato el hijo del Emperador con la capital de la Plana, pues en septiembre de 1564, le confirió una nueva feria que debía comenzar el 4 de diciembre, festividad de Santa Bárbara, y prolongarse durante 15 días. En la pragmática del monarca se hace referencia a los privilegios de seguridad de quienes concluyan a ella a excepción de «los homicidas, alevosos, monederos y otros crímenes de lesa majestad».

Del 31 de marzo de 1565, es un nueva regalía concediendo a Castelló el peso real, que era el puesto o sitio público, donde se controlaban las medidas de capacidad y tara, para evitar fraudes y, además, se llevaban a cabo los justiprecios de las pesadas.

Cronista oficial de Castelló

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