El reloj del Botànic está en tiempo de descuento y tras dos legislaturas no han sido capaces de cumplir la palabra de acabar con los barracones en esta comunidad. Aún me acuerdo de las palabras del señor Puig cuando era candidato a la presidencia, donde se comprometía a acabar con los barracones en dos años. Ahora, como presidente de la Generalitat, tras siete años de mandato, han aumentado a más de tres mil los niños que siguen estudiando en aulas de chapa y plástico.
La incapacidad para cumplir con este compromiso llevó a que hace cinco años diseñaran el plan Edificant, donde trasladaban esta competencia a los ayuntamientos. Una estrategia que no está siendo efectiva cuando en este tiempo han gastado un 20% del presupuesto. De los mil millones de euros para hacer colegios, se han gastado únicamente 198.
Lo alucinante es que el presidente no para de anunciar millones para construir colegios cuando no son capaces de gastarlos. Su incapacidad hace que este dinero se destine a otros fines, por ejemplo, a comprar palacetes o ampliar el capital de la sociedad Circuito del Motor.
Y qué decir de ofrecer infraestructuras con condiciones térmicas saludables. Los niños y docentes durante el mes de junio han tenido que soportar temperaturas superiores a 30 grados sin aire acondicionado, unas temperaturas que atentan contra la ley de prevención de riesgos laborales de cualquier puesto de trabajo. Y la Conselleria de Educación, lejos de solucionar estas deficiencias, compra palacios como el de Correos de Valencia para ver las mascletaes. Estaría bien que dejaran el autobombo y destinaran el dinero en ofrecer aulas dignas, en el caso que les preocupe nuestra comunidad educativa.
Portavoz adjunta de Cs en Les Corts
