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Sonia Lázaro

TRIBUNA VECINAL

Sonia Lázaro

Insolvencia intelectual

No me hablen de respeto, solidaridad ni libertad, aquellos capaces de abandonar a los más débiles

El 1 de julio, tras la resaca de las fiestas de San Pedro o aprovechando, tal vez, esa resaca, nos levantamos con la noticia de que aquellos que tanto claman a las bondades de la democracia y del estado de derecho del que España disfruta, aferrándose al reconocimiento de una indispensable memoria histórica, se olvidan de aquellos que fueron los protagonistas en la consecución de todas esas libertades y derechos, que fue su sangre y su sudor, sobre los cuales, se fundamentaron cada uno de los privilegios de los que hoy disfrutamos, sin importar ni el color ni la bandera que los envolviera, Nuestros Mayores, dejando de ofrecer servicios básicos como Menjar a casa y Major a casa, casi con nocturnidad y alevosía.

A nuestros mayores se les estaba pidiendo que aportaran el 30% de lo que costaban estos servicios, que consistían en acercar un plato de comida caliente y un poco de compañía a los ancianos que lo necesitaran, siendo ésta la primera vez, que una ayuda se cofinancia por parte del beneficiado, que yo sepa, y aun así, aceptaron y destinaban religiosamente una cantidad, en algunos caso elevada, de su ya malograda pensión a financiar la limosna que les daban.

Quiero recordar, para aquellos iluminados que se creen la versión oficiosa del Ayuntamiento, ya que no se ponen de acuerdo entre ellos (Ayuntamiento y Conselleria) ni para dar una oficial, que este servicio solo se concedía en caso de que el usuario, es decir, el mayor, contara no solo con una salud deficiente, (aportando parte médico forense de la Seguridad Social y reconocimiento válido del asistente social que los visitaba antes de la concesión) sino también con una economía deficitaria, es decir, solo podían optar a estos servicios los beneficiaros de pensiones no contributivas o de bajo carácter económico con reconocidas discapacidades que les impidieran el desarrollo normal de sus necesidades básicas.

Me gustaría saber cuantas de las ayudas que se están concediendo por parte de este Ayuntamiento cuentan con tanta pulcritud en los trámites y transparencia por parte del beneficiario. Así como el tiempo de espera en su concesión, que en el caso del Major a casa oscilaba entre los 6 y 10 meses.

Pues bien, ahora nuestros insignes representantes políticos se defienden diciendo que «todos los usuarios de este servicio, son solventes y están capacitados para financiarlo por ellos mismos», a lo que yo les pregunto, ¿en qué momento de estos 17 años en los que el servicio se estaba llevando a cabo dejaron de ser insolventes o estar capacitados? ¿Están acusando a los técnicos de Servicios Sociales de jugar con el dinero de todos, de forma innecesaria durante todo este tiempo? o ¿es que los insolventes intelectuales e ineptos son ellos? Insolventes intelectuales es un halago frente al calificativo que realmente se merecen.

Nuestros mayores, complicaron su vida para facilitar la nuestra. Con su esfuerzo parieron la Seguridad Social y la enseñanza pública, de las que tan orgullosos se sienten los que ahora los abandonan a su suerte, pero que siguen enarbolando la bandera de aquello que no les pertenece, ya que no respetar a quienes lucharon para conseguirlo les convierte en cínicos de la peor clase.

No olviden los que ahora se autodenominan mesías de género, enarbolando coloridas banderas, que los derechos de los que disfrutan y por los cuales pueden luchar sin despeinarse mucho, fueron forjados sobre la lucha y a veces la mayor de las entregas, la muerte de aquellos a los que desdeñan ahora desde sus cómodas poltronas, negándoles nada más y nada menos que el derecho a una comida digna y a un poco de compañía en la peor de las soledades, la no elegida, esa que nos llega por la pérdida temprana de nuestros seres queridos, esa que ahora elige nuestro gobierno local para todos ellos, condenándolos a la muerte social.

No me hablen de respeto, solidaridad ni libertad, aquellos que son capaces de abandonar a los más débiles por el camino, un camino que pueden andar, ahora tranquilamente, porque aquellos a los que les niegan el pan, trabajaron sin descanso para que a ellos no les faltara.

No puedo sentir más vergüenza ni desprecio por este atajo de farsantes que nos pretenden iluminar la senda de la libertad y los derechos de una sociedad de bienestar como la nuestra, pisoteando los principios sobre los cuales ésta se basa, llevándonos sin remedio a los finales de la misma, con sus mentiras y descaradas acciones contra los pilares sobre los se sustenta.

No quiero pensar que el hecho de que nuestros mayores se encuentren en una franja de edad, en la que según las encuestas electorales, no les son favorables políticamente, o su dificultad para desarrollar el derecho al voto de una manera fluida, puedan de alguna forma estar pesando sobre esta incomprensible decisión.

Espero que en las próximas elecciones los castellonenses no dejemos en el olvido a nuestros mayores tal y como lo están haciendo los políticos y tengamos la mitad de valentía que tuvieron nuestros ancianos para defenderlos y defendernos a nosotros mismos, porque ahora sí, nos toca a nosotros luchar por ellos, aunque sea una vez.

Familiar usuaria 'Major a casa'

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