Querido José Luis Valencia, he leído que has dejado la dirección del Mediterráneo-Castellón y estas dirigiendo el Levante-Valencia. Circunstancia que, al no salir del grupo editorial y pasar de una de las joyas de la corona al buque insignia de la compañía en la CV, la entiendo como un ascenso, un reconocimiento al trabajo bien hecho.
No obstante, confieso que en un primer momento y desde el egoísmo, viendo las dificultades que a partir de tu nueva situación podrían sufrir algunos de nuestros cotidianos encuentros, pensé en aquello de: algo se muere en el alma cuando un amigo se va. Aunque la idea duró poco porque no había muerto, el vivo está tan vivo que hasta le gusta la parranda y, además, mi experiencia como diputado autonómico me ha enseñado que vivir en Castellón y trabajar en València no genera sensación de ausencia. Por lo tanto, ni tristeza ni preocupación, solo alegría y deseo de lo mejor. Incluso anticipo que superarás con solvencia los nuevos retos.
Y lo digo porque te conozco y sé que no le quitarás ni trabajo ni cariño al compromiso. Pero también, porque tienes valores que sirven al periodismo: conoces el oficio al haber recorrido todo el escalafón desde la universidad hasta la dirección, te manejas bien con las élites, analizas la realidad sin esquemas ideológicos y a ras de tierra; la condición humana la entiendes como el hombre y sus miserias y no como un montón de teóricos valores... En última instancia, y no es cosa menor, creo que la pandemia y sus consecuencias sobre la prensa acentuó tu idea de que un periódico no solo es vender noticias en papel. A pesar de lo dicho, no te consideres perfecto porque no lo eres. Como dice un clásico del periodismo, «trabajamos en una profesión que nos obliga a pedir perdón y a esconderles a nuestras madres parte de lo que hacemos». Te deseo lo mejor.
Analista político