Para una vez que estoy de acuerdo con Pedro Sánchez, resulta que la medida ya ha comenzado a afectarnos, en especial a los profesionales autónomos y pymes. ¿A quién no le agrada que le aprieten un poco las tuercas a la banca? Recordando el dicho popular: el banco te da un paraguas cuando hace sol y te lo quita cuando llueve, la cosa sigue igual. Ante el impuesto anunciado por el Gobierno tardó poco en salir Ana Botín, la capo del Santander, anunciando que desde este momento el crédito tendría un recorte de 50.000 millones de euros. Enseguida las asociaciones bancarias AEB y CECA han confirmado el anuncio de Botín, afirmando que el impuesto extraordinario y por dos años afecta a la capacidad de las entidades de dar crédito. Y la respuesta no se ha dejado esperar, corte de grifo y los de a pie a comerse el marrón.
Solo faltaba la idea de Sánchez en estos especiales momentos, por inoportuna y dañina para aquellos sectores que dependen de los bancos para disponer de circulante y poder seguir desarrollando su actividad en momentos tan complicados. Es sabido que los bancos carecen de corazón y esa genética la ejercen con fuerza cuando se les echa un pulso de forma improvisada desde un Ejecutivo cegado por la necesidad de recaudar a cualquier precio. Precio que paga la ciudadanía más débil que, en definitiva, es la que, cual costaleros flagelados, sostiene la pesada peana del país.
Podríamos contar ejemplos varios de situaciones que están viviendo estos días de angustia económica, a la que se suma la ola de calor que hace arder a España, numerosos autónomos y pymes ante el corte crediticio en nombre de la inestabilidad creada por la guerra de Putin y lo que quieran decir. Sobre todo pesan las palabras de Botín, con el hachazo de 50.000 millones de euros al crédito, en respuesta a Sánchez. Situación injusta a la que ninguna entidad de crédito se resiste a renunciar. Incluso bancos/cajas que en su declaración de principios hacen un alegato en bien del ser humano y la defensa del medio ambiente, su realidad es tan cruda o más que en cualquier otra corporación del dinero, lleve la denominación de banco, caja o todo a la vez. Así que, puestos a contar, me voy a referir a una situación narrada esta mañana (ayer para el lector). Con las nuevas líneas ICO aprobadas por el Gobierno en marzo, aunque activadas en mayo, cierta pyme ve salir el sol de la oportunidad para tener circulante con el que afrontar dos proyectos divulgativos, al tiempo su representante cree que es momento para trabajar con una nueva entidad, cuya principal clientela son el autónomo y la pequeña empresa, que en febrero pasado anunciaba espléndidos resultados de beneficios durante el 2021 respecto al año anterior. Entidad de crédito arraigada en estas tierras, fusionada como tantas otras, que tiene diversos convenios con organismos internacionales comprometidos con el medio ambiente y la lucha contra el cambio climático.
El largo proceso en dar respuesta a las peticiones
En un primer momento buen recibimiento, palabras amables. Los días pasan y cinco semanas después de aportar la documentación exigida llega el no, alegando la situación de inestabilidad y la política interna de ahora contener el riesgo. El problema, como dice otro autónomo, es el largo proceso en dar respuesta a las peticiones, evidencia que ha comenzado a interpretarse entre los que se buscan la vida en la calle, al margen de la seguridad de la nómina, como táctica dentro de la contestación al impuesto con el que el Ejecutivo pretende, junto al de las energéticas, recaudar 7.000 mil millones de euros. Con 50.000 millones de recorte la banca se lleva el gato al agua, y el que venga detrás que arree. De momento, los banqueros y Sánchez se van de vacaciones. Seguiremos opinando.
Periodista y escritor