La Policía Judicial de la Guardia Civil investiga el insólito suceso ocurrido en el tren Valencia-Zaragoza que el pasado miércoles quedó cercado por las llamas en el término municipal de Bejís, con el trágico balance de varios heridos y una desbandada entre los pasajeros que a punto estuvo de provocar una auténtica catástrofe. Ayer el propio president de la Generalitat reconocía la existencia de fallos de comunicación, pese a que, en los primeros momentos del serio incidente, desde el centro de coordinación del gran incendio forestal, que sigue vivo, se pretendió pasar de puntillas sobre el tema. Es evidente el cúmulo de negligencias, digno de un país subdesarrollado y sobre el que es preciso esclarecer las correspondientes responsabilidades. Estamos hablando del más devastador fuego ocurrido en los últimos 30 años, en plena era de las nuevas tecnologías que garantiza a las administraciones implicadas una capacidad de respuesta en comunicación sin precedentes. A la hora de escribir estas líneas había seis heridos hospitalizados, tres de ellos de gravedad. El episodio del tren es fruto del incalificable fallo en los protocolos del Puesto de Mando de Emergencias.
Según Adif y Renfe nadie advirtió sobre la situación de peligro del tramo de vía amenazada por las llamas. Increíble. Como increíble resulta que la persona que conducía el convoy no frenara antes de verse dentro del infierno, le falló la iniciativa a falta del aviso de Adif. Y no es más increíble el que un ferrocarril de media distancia, con un recorrido de 300 kilómetros, solo llevara un tripulante: la maquinista. Con tanto despropósito el caos estaba servido. Ahora toca investigar y exigir responsabilidades. Vergonzoso.
Periodista y escritor
