El sábado pasado, en el marco del festival SOM Castelló, se canceló el concierto que debía realizar el famoso músico madrileño. Una cancelación que no fue la primera de la historia de los festivales, ni será la última. Estas cosas pasan.
Unos días antes, en Cullera, un vendaval rompió parte del escenario del festival Medusa. Un vendaval de verano. Una repentina tormenta de las que a veces suceden por estos lares. Lo trágico es que causó docenas de heridos y que una persona falleció. Con estos precedentes, y con la alerta por fuertes vientos que se activó en la capital de la Plana, la pregunta es… ¿Qué habrían hecho ustedes, queridos lectores?
Creo que la decisión de la alcaldesa, Amparo Marco, fue la adecuada. No entraré a valorar si el concierto debió cancelarse ya de buena mañana. La situación era muy compleja y debía meditarse bien. ¿Se imaginan que no se suspende el concierto y se repite lo sucedido en Cullera? ¿Se imaginan lo que todos, incluido yo, estaríamos diciendo del equipo de gobierno local, de la subdelegación del Gobierno, de los organizadores, de los responsables del Club Náutico y de todo aquel con alguna vinculación con el SOM Fest?
Cancelar el concierto, con el viento que azotaba el Grao de Castellón a las 21.00 horas del pasado sábado fue una decisión acertada. Una fuerte ráfaga de aire ya había arrancado parcialmente la lona principal del escenario. Pintaban bastos y la prudencia se volvió más necesaria que nunca. No es menos cierto que la ilusión rota de los fans de Leiva debe compensarse. Devolver el dinero de las entradas es correcto, pero marcar una nueva fecha en el calendario para recuperar el concierto se vuelve imprescindible.
Escritor
