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Paco Mariscal

AL CONTRATAQUE

Paco Mariscal

María en Elche, su hijo en Oberammergau

Mucho trabajo y tesón se descubre tras El Misteri d’Elx en la ciudad alicantina de las palmeras. Mucho ensayo y mucha tradición

Cuentan que empezaron a mediados de los 40 lanzándoles unos tomates a unos músicos que desafinaban.ace apenas 80 años, fue por Buñol, y apareció la diversión de La Tomatina con la hortaliza fuente de vitaminas y minerales. La asistencia es multitudinaria y va a más. Algunos ya hablan de tradición. Claro que los festejos tradicionales se iniciaron en tiempos remotos y tuvieron una motivación religiosa en la Europa cristiana.ay constancia de El Misteri d’Elx desde el siglo XV, cuando la fe de los creyentes paró mientes en la figura de María, la madre del Nazareno, y su traslado al cielo en cuerpo y alma. Una representación teatral y musical dentro de la iglesia principal de Elche, a semejanza de los autos sacros en la Edad Media. Una representación que tiene lugar todos los años el 14 y 15 del caluroso agosto. La vespra i la festa no la pudieron prohibir los mandamases eclesiásticos locales: el Santo Padre de Roma desautorizó al obispo de Orihuela cuando intentó la desaparición del Misteri tras el Concilio de Trento; concilio que acabó en Europa con ese tipo de representaciones de origen medieval.

Mucho trabajo y tesón se descubre tras El Misteri d’Elx en la ciudad alicantina de las palmeras. Mucho ensayo y mucha tradición centenaria, cuya música evoca las melodías trovadorescas y gregorianas, los compases del Renacimiento y las notas del Barroco. Y un texto teatral testimonio de un valenciano arcaico y actual a un tiempo. Una joya cultural y festiva en la que, hace como cien años, metió su mano el músico alicantino Oscar Esplà, quien repuso la escena de la judiada, eliminada de las representaciones el siglo XVIII. Una obra dramática y lírica que, como indicó un enamorado de la misma, el maestro Jordi Savall, puede evolucionar como se evoluciona en la historia.

Aunque existe una tendencia conservadora que defiende que la representación se ha de conservar tal y como la conocemos; otras voces autorizadas, más minoritarias con argumentación bien razonada, han indicado que las mujeres podrían participar en el espectáculo, que hoy se reserva sólo a hombres como en la Edad Media; indican también, y a pesar de que las comunidades hebreas hispanas no han dicho nada, que la judiada –los judíos siempre son los malos- podría matizarse de alguna manera. En la representación, los judíos intentan robar y llevarse el cuerpo de la Virgen; quedan paralizados ipso facto; San Pedro les devuelve la movilidad y se bautizan. A todo lo anterior cabría añadir que El Misteri d’Elx necesita más representaciones anuales, más publicidad y una mayor difusión de su importancia en el espacio cultural europeo y mundial. Y un dato curioso: los dirigentes de la II República española, que poco tenían de beatos o meapilas, ya declararon en 1931 El Misterio de Elche Monumento Nacional.

No es curioso, pero sí un éxito, que más de medio millón de espectadores acudan a la localidad alpina de Oberammergau. Allí, el pueblo entero representa, de abril a octubre y cinco veces a la semana cada diez años, desde 1633, la Pasión de Cristo. Como en Elche es un espectáculo dramático y musical. El Misteri de la muerte y asunción María a los cielos y la Passionsspiele en la Alta Baviera quizás sean las celebraciones festivas más tradicionales en el ámbito europeo. Y únicas.

Los del pueblecillo bávaro juraron delante del Cristo grande de su iglesia que representarían la Pasión cada diez años, si Dios tendía su mano piadosa y acababa con la pandemia que los diezmaba. La Pasión dura cinco horas. Asistentes a la representación fueron Isabel II, la tatarabuela del emérito Juan Carlos I, y Rabindranath Tagore, y Ángela Merkel, y Henry Ford el americano de los coches, y Giacomo Puccini, y Luis II de Baviera el de los castillos, y Sisi la emperatriz de las películas, y Eisenhower que fue presidente de los USA, y Adenauer el del milagro económico, y Mijail Gorbachov y también Adolfo Hitler y Joseph Göbbels, entre otros harto conocidos.

En Oberammergau hubo adecuación del texto dramático. Y hubo avatares y cambios muy relacionados con cada momento histórico que vivieron los europeos en un pasado más o menos reciente. Con dos temas claves a este respecto: la relación secular de los cristianos con el pueblo judío, hasta el concilio Vaticano II marcada por el antisemitismo.asta hace 60 años se rezaba en las iglesias el Viernes Santo por los «pérfidos judíos». En el evangelio de San Mateo, los judíos le gritan a Pilato «que caiga su sangre sobre nosotros y sobre nuestros hijos». Y lo tomaron al pie de la letra.

La sangre del inocente Jesús cayó sobre sus descendientes durante 2000 años. Al nazi Göbbels no le disgustaba la frase y, tras asistir a la representación en 1930 en Oberammergau, escribió: «La escena con Pilato fue modélica por lo que a los judíos se refiere. Siempre actuaron del mismo modo, y lo siguen haciendo hoy». Los nazis manipularon descaradamente la Passionsspiele, a la que no le faltaron después problemas tras la victoria de los aliados. Desde el año 2000 la frase del evangelio desapareció del texto teatral, lo mismo que a partir del Vaticano II desapareció el rezo por los pérfidos judíos en las iglesias.

Con todo, el texto que aparece por escrito el siglo XVIII, apenas se corrigió. Evolucionó de forma magistral la puesta en escena o el vestuario de los cientos de actores, más cercano ahora a la vestimenta de los tiempos de Cristo. La representación es judía como Jesús y cristiana. Los apóstoles cubren su cabeza con la Kipa y el candelabro de siete brazos preside la Última Cena. Alguna de las escenas estremece a más de uno de entre los centenares de miles de asistentes: El Hijo del carpintero de Nazaret expulsa a los comerciantes del Templo; entre las cabras que corren por el escenario, los miembros del Sanedrín acusan a Cristo de hereje y de querer acabar con las leyes antiguas del pueblo hebreo; Jesús les indica que no vino a destruir leyes, sino a reformarlas; se hace el silencio en el amplio espacio escénico; Cristo, como los rabinos en la Sinagoga, se cubre la cabeza con el Talit o chal para la oración, y levanta con sus brazos los rollos de la Tora o escrituras sagradas. En la escena paralizada aparecen lo coros y cantan el Shmá Israel, escucha Israel en hebreo, una música que recuerda la tradicional judía. Porque la música en general de la Pasión es de finales del XVIII o principios del XIX, y recuerda laos oratorios de Bach, Mozart o Haydn.

Linda música, como la de Elche pero diferente. Ingente trabajo y mucho ensayo, como en la ciudad de las palmeras. Auténtica tradición como en El Misteri d’Elx. Pero, además, desde hace muchas décadas, desde pueblo alpino difunden y dan a conocer la tradición por los cuatro puntos cardinales: un adecuado marketing y cientos de miles de espectadores procedente del ancho mundo. Algo que se echa a faltar por las tierras sureñas valencianas.

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