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Óscar Clavell

A FONDO

Oscar Clavell

El viaje del horror

La ministra de Transportes siguió de vacaciones mientras un tren se veía rodeado por las llamas

Las vacaciones son un derecho laboral que costó mucho conseguir en un pasado y en la actualidad reconocido para todos los trabajadores, incluidos los miembros del Gobierno. No vamos a entrar a cuestionar si merecidas o no para estos últimos.

Lo cierto es que no fueron interrumpidas por algunos de ellos, aunque existiesen motivos más que suficientes para ello. Me refiero al caso concreto de la ministra de Transportes, Raquel Sánchez, que decidió acabarlas plácidamente sin suspenderlas ni un segundo, mientras ocurría en la provincia de Castellón uno de los incendios más devastadores que se recuerdan en las últimas décadas. Es obvio que ni los incendios ni su extinción son competencia de su Ministerio, pero sí lo que sucedió con un tren que unía la línea Valencia-Zaragoza el 16 de agosto.

Para esa fecha el Alto Palancia ardía sin control y más de 1.500 personas de aquella comarca fueron desalojadas o confinadas por el peligro que suponía la rápida propagación del fuego. Pero de manera incomprensible para la razón humana un tren salió desde la capital del Turia con destino a Zaragoza, y que indiscutiblemente debía cruzar la zona en llamas. Es decir, las cincuenta personas que viajaban en el convoy fueron lanzadas a un infierno cuando nunca debió salir de la estación valenciana. Medio centenar de personas que hubiesen perdido la vida si la maquinista no hubiese actuado conforme lo hizo.

Del mismo modo que lo hizo el alcalde de Torás, Carlos del Río, cuando denunció públicamente en numerosas ocasiones que el monte de aquella zona se había convertido en un polvorín y podía acarrear consecuencias, que ahora lamentamos, si no se procedía a la limpieza del mismo; también desde el Partido Popular se hizo público que esta vía, a su paso por municipios como Segorbe, Navajas, Jérica y Caudiel entre los meses del abril y junio del presente año, había sufrido incendios por no mantener saneada la zona de dominio y protección, cuya responsabilidad es del Ministerio de Transportes.

Desconozco si para la ministra estos hechos tuvieron la suficiente importancia para regresar de sus vacaciones y preocuparse por este triste episodio o si con un simple tuit daba por zanjado el asunto. Pero lo evidente es que ha tenido que acudir al Parlamento a dar explicaciones por la presión ejercida por parte del Grupo Parlamentario Popular. Por otro lado, explicaciones que siguen sin dar respuesta a las incógnitas planteadas y surgidas durante este tiempo.

No me puedo imaginar lo que le pasa por la cabeza a una persona en esa situación tan difícil. ¿En qué o quién pensarían mientras veían cómo el tren era rodeado literalmente por las llamas? ¿A quién se encomendarían o pedirían auxilio para que acabase cuanto antes la pesadilla? ¿Cómo debían actuar de forma correcta para colaborar con la maquinista que de manera involuntaria se había convertido en una heroína? ¿Por qué se convirtieron, sin pretenderlo, en los protagonistas de aquella película de terror?

Lo único que no sabían, pero pasadas dos semanas del trágico suceso han descubierto, es que la máxima responsable del Ministerio de Transportes y, por tanto, del departamento que decidió la salida de aquel tren ese fatídico día, decidió continuar disfrutando de sus vacaciones estivales, ya siendo conocedora de los hechos sin ningún tipo de remordimiento, mientras cincuenta personas se aferraban a la vida y vencieron al infierno en la Tierra gracias a la intervención de un ángel.

Diputado del PP en el Congreso

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