El Periódico Mediterráneo

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Basilio Trilles

BABOR Y ESTRIBOR

Basilio Trilles

La Moncloa Pictures

Pedro Sánchez vive con el lastre cotidiano de las malas noticias demoscópicas. Sigue en caída libre el PSOE que dirige desde una especie de peronismo de cara amable y mano de hierro, últimamente abroncado hasta en Sevilla, la ciudad que fue templo del socialismo y con el resto de Andalucía llave del Gobierno. «Que te vote, Txapote», rezaba la pancarta portada por un sevillano en un fondo de silbidos y gritos de rechazo. Chuzos de punta caen sobre el proyecto del sanchismo, corriente populista capaz de recurrir a lo indecible aun haciendo alarde de recursos que enriquecerían El Príncipe. Sánchez, hay que reconocerlo, es un animal político incompatible con la indiferencia. Un producto de la ambición, legítima aunque desmedida, de la arena de gladiadores que es la política, donde la lucha sigue siendo a muerte, aunque sin sangre de por medio.

El pasado martes opinaba en este mismo espacio sobre el nerviosismo que atenaza al socialismo patrio: apostarlo todo a un figura profesional de la impostura resulta tan excesivo como peligroso. Barones del prestigio de Puig y Page van dando muestras de soltar amarras del chico del Falcon, ante la inminente llegada de las elecciones municipales y autonómicas, el próximo 28 de mayo.

Mientras tanto Sánchez va a la suya, que no es cosa menor. Ayer asistimos al primer golpe de claqueta en el plató de La Moncloa Pictures, iniciando el rodaje de lo que se atisba un remedo actualizado del No-Do, el noticiero oficial del franquismo que fue obligatoriamente proyectado en los cines desde 1942 hasta 1981. Aquel invento de la propaganda del Régimen ofrecía semanalmente noticias y reportajes amables, incluso en los primeros años de creación, los más terribles de la posguerra por el alto índice de represión y situaciones de hambruna pese a las cartillas de racionamiento. Podrá parecer excesivo lo del No-Do. Empero, ¿qué habría sido el Siglo de Oro sin el sarcasmo en las letras? Y es que la puesta en escena de cincuenta ciudadanos anónimos de visita a las instalaciones de la jefatura del Ejecutivo, invita al regocijo, máxime con el remate final de un acto participativo en el que los anónimos tuvieron ocasión de hacer cinco preguntas al presidente. Una de ellas casualmente providencial, pues dio pie a que Sánchez pudiera confirmar que el Consejo de Ministros de hoy aprobará «la norma que garantiza el subsidio de desempleo para las empleadas de hogar. Terminamos con algo injusto». Medida plausible, cuyo anuncio no está exento de oportunismo, por cómo y dónde se produce. Las otras cuatro preguntas versaron sobre el cambio climático, la obesidad infantil, las pensiones y la igualdad entre hombres y mujeres. Todo contestado con medida fluidez por el gran vate nacional, quien obsequió a los anónimos invitados con una homilía en tecnicolor. Parece que a nadie preocupa la factura de la luz, la inflación, el precio de los carburantes, la cesta de la compra, la sanidad, la guerra de Ucrania y un largo etcétera.

Medidos efectos

La maquinaria de la Moncloa inicia con medidos efectos el curso que arranca, tras un verano en el que el Gobierno ha ocupado el lugar de la oposición. Yendo a descabello contra Núñez Feijóo, el gallego tranquilo que está logrando la remontada del PP, ante la desesperación de Sánchez y sus más que variopintos aliados; colegas de conveniencia interesada, a los que España les importa un bledo. Quienes tanto reivindican las bondades republicanas, modelo respetable, seguro que no pasan por alto que la II República fue proclamada tras los resultados de unas elecciones municipales. Atentos pues al 28-M. Una debacle del PSOE de Sánchez en ayuntamientos y autonomías debería precipitar las generales.

Periodista y escritor

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