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Paco Mariscal

AL CONTRATAQUE

Paco Mariscal

Letur, Huguet y las identidades

Letur es un pueblo albaceteño que se mece en la Sierra del Segura, un paisaje hispano singular donde aparece el agua en cualquier esquina de su montañoso término municipal. Letur era agricultura y ganadería en las Españas profundas que se despoblaron: 4.350 almas habitaban el pueblo en 1940 y 950 en 2017. Ese vaciado demográfico no lo percibió uno, vecinos de La Plana, cuando hace unos años, y apartándose de autopistas y autovías principales, atravesó aquella linda comarca.

A finales de los años cincuenta y principios de los 60 del pasado siglo, los labradores y pastores de Letur emigraron de forma masiva. Sabido es que a finales de la década de los cincuenta citada, los llamados tecnócratas, muy relacionados con el Opus Dei, cogieron las riendas de los asuntos económicos en los sucesivos gobiernos franquistas, prácticamente hasta la Transición. Por los cincuenta se había recuperado también la economía hispana, alcanzando el producto interior bruto, la renta per cápita y demás mandangas los niveles de 1935, anteriores a la incivil contienda. Los tecnócratas iniciaron el despegue en la economía que, a trancas y barrancas, nos llega hasta hoy. Y los vecinos de Letur iniciaron también su éxodo masivo, y masivamente emigraron a otras tierras hispanas donde se vislumbraba el avance económico. Y llegaron en gran número al pueblo natal del gran escritor valenciano y musulmán Ibn Al-Abbar, y cuna también de Jesús Huguet i Pascual, discreto y laborioso trabajador durante muchas décadas por recuperar la peculiaridades culturales propias del País Valenciano. Claro está, amigos del Riu Sec, hablamos de la histórica y antigua Onda, junto al Riu de Sonella, en la Plana Baixa, a la sombra de la Serra d’Espadà.

Cuando llegaron nuestros conciudadanos de Letur a Onda, Jesús Huguet disfrutaba de la alegre adolescencia y la fuerza de juventud; empezaba a mirar a las mozuelas un pelín libidinoso, y empezó a trabajar para ganarse el sustento en Correos, e inició sus estudios universitarios, y empezó a preocuparse por el valenciano y por la historia de su pueblo. Allá por los ochenta nos contaba Huguet con gracejo que en Letur estaba el origen del simpático desaguisado: los de arrel i soca ondenses denominaban a los recién llegados emigrantes los de la volta a França, debido al parentesco verbal entre Letur y le tour de France del deporte del pedal. Ni qué decir tiene que Jesús lo indicaba con cariño y añadía un comentario de alabanza a la buena integración en Onda, incluida la lingüística, de los nuevos valencianos que llegaron desde la Sierra del Segura.

Pero el trabajo cultural y literario de Huguet en el ámbito de lo público y valenciano, trasciende con mucho la mera anécdota. Ha publicado decenas de libros, desde Matilde Salvador: dona, lengua, poble hasta Ibn Al-abbar, polític i escriptor àrab-valencià, e innumerables colaboraciones en la prensa que rezuman un valencianismo integrador y moderno. Un valencianismo eficaz y alejado de patrioterismos folclóricos, irredentos o supremacistas.

Sombra del bioquímico Santiago Grisolía en el Consell Valencià de Cultura, ha sido Jesús secretario de dicho Consell durante muchos años. Es poeta en la lengua de Ausiàs March más que meritorio. Y hace como seis años hizo público un escrito titulado Ens cal un nou 9 d’Octubre?, que sintetiza cuanto aquí acabamos de indicar. Jesús escribe: «…la clau per a una societat pròspera i feliç, per a casar el necessari canvi amb els fonaments propis de la comunitat és (…) no perdre els nostres peculiars signes identitaris, i assumir les gents i costums que ens estan arribant darrerament». Claro como una lámpara y simple como un anillo. Huguet como el ondense Ibn Al-Abbar no necesitan medallas ni homenajes: necesitan que nos acerquemos a sus trabajos y sus escritos, cuando llega el 9 d’Octubre.

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