Esta semana he tenido la oportunidad de volver a visitar el Banco de Alimentos de Castellón, entidad que ha visto cómo su labor se ha desbordado, consecuencia de la escalada de precios y la crisis económica. Sí, aquí también existen las colas del hambre, no solo se ven en la televisión. Cientos de personas que cada día se integran en una fila a la entrada de esta organización, o de Cáritas, o de Cruz Roja, para subsistir.
Hasta 1.500 euros en vales de comida ha llegado a repartir el Banco de Alimentos en una sola jornada, una cifra extraordinariamente abultada que acredita por sí sola las dimensiones del problema social que afronta la ciudad y la provincia de Castellón, donde se estima que la pobreza ya afecta al 4% de la población.
Pero el drama tiene rostro. No importa ni edad, ni sexo, ni formación, ni origen. El perfil de las personas necesitadas está cambiando. Hoy podemos estar en el lado bueno de la vida, y al día siguiente, en el malo.
Desde este espacio quiero hoy agradecer públicamente la labor de las cientos de personas que, cada día, entregan su tiempo y su esfuerzo en ayudar a los demás como voluntarios. Sin duda, el mejor regalo que el ser humano puede hacer es la solidaridad. Y también a las cientos de empresas y personas que hacen sus aportaciones, anónimamente, para sostener a lo que más lo necesitan. Castellón es una tierra solidaria y estos gestos así lo acreditan.
En un contexto como este, sería deseable que el Ayuntamiento de Castellón estuviera a la altura de las circunstancias actuales. A día de hoy, el equipo de Amparo Marco ha declarado desierto el contrato de vales de los Servicios Sociales, en plena crisis, y ¡el área tarda más de tres meses en conceder una ayuda! Control y seguimiento, sí. Burocracia, no. No es ninguna broma.
*Portavoz del PP en el Ayuntamiento de Castellón
