Sabemos que la pandemia sacó los colores a la sanidad-preventiva, recordemos hospitales públicos faltos de camas y pasillos abarrotados de camillas, mientras los hospitales privados estaban con plantas vacías; se prefirió instalar hospitales de campaña, infrautilizados, alguno hasta salió volando.
La descentralización del sistema sanitario marca diferencias entre comunidades autónomas. Las ratios, número de sanitarios por habitante, salario que perciben, número de hospitales o listas de espera no son iguales, ni parecidos. El lugar de residencia marca diferencias y desigualdades.
En Castellón hay 8.000 personas en lista de espera para someterse a una intervención quirúrgica y la espera es de 5 meses. Llevamos 8 meses sin que se completen las tres unidades de salud sexual y reproductiva por falta de un facultativo. Las consultas de la Gran Vía dan servicio a 26.200 pacientes de 9 consultorios, están suspendidas desde marzo. Para más de medio millón de personas que somos en nuestra provincia tenemos un único centro para hacerse una colonoscopia, el Hospital Provincial y tiene más de 1.100 pacientes en lista de espera, lo que obliga a muchos a ir a centros privados. En 7 pueblos del interior están sin vehículo en el centro de salud para servicios a domicilio y de urgencias. El centro de salud del Raval de la UJI, dispuesto para prestar todo tipo de servicios, tiene el letrero de urgencias tapado con una lona porque ni las hay ni las habrá.
No debemos acostumbrarnos a ver lo anormal como normal. No podemos seguir formando médicos y enfermeros para que emigren.
La prioridad presupuestaria es la sanidad pública, universal y con calidad asistencial.
*Diputado de Ciudadanos por Castellón en Les Corts Valencianes
