El Periódico Mediterráneo

El Periódico Mediterráneo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Enrique Ballester

Barraca y tangana

Enrique Ballester

Deportes

Pero tampoco

Veo los resúmenes de los partidos en el móvil y me digo ‘pues bueno, pues ya está, otro día de salvar la democracia’

Me dio por decir en una entrevista que el periodismo tiende a darse más importancia de la que en realidad tiene, una frase cualquiera que luego me afeó un viejo lector. Como lo último que querría yo en esta etapa madura de mi vida es molestar a un viejo lector, máxime con lo caro que está hoy en día el kilo de viejo lector, aprovecho esta columna para aseverar aquí y ahora que yo no he dicho eso jamás, por favor, que fue todo un invento perverso del entrevistador. Aunque, bien mirado, y teniendo en cuenta que también es un viejo periodista ese viejo lector, el hecho de que se molestara por esa frase sobre el periodismo que supuestamente dije en mi entrevista, de algún modo, me daría la razón. Pero no. 

El periodismo no es un oficio como los demás, el periodismo es lo mejor. Yo estoy trabajando en la redacción del periódico, me llama mi madre por teléfono y me da igual la hora que sea: yo rechazo la llamada. Si insiste y me vuelve a llamar tres o cuatro veces, igual me ablando y le contesto, pero se lo dejo bien claro: ‘a ver, mamá, ¿acaso no sabes que esto del periodismo es súper importante? Me lo dice mucho un viejo lector. ¿Acaso no sabes mamá que estoy salvando la democracia? A ver si te piensas que la democracia se hace sola. La democracia hay que hacerla’. Le digo a eso a mi madre, cuelgo y luego edito una nota de prensa de la Diputación o de Marina d’Or.

Esta responsabilidad que tenemos los periodistas no es fácil de soportar, como podéis imaginar. Hay días que me marcho de casa para trabajar y mis hijos me despiden entre lágrimas en el portal, como si en el parking me esperara una nave espacial. Saben que soy un hombre con una grave misión: mejorar la humanidad. Mi hijo pequeño todavía no se entera mucho del tema, el pobre ignorante, y a menudo me pregunta adónde voy. ‘¿Que adónde voy, hijo? Despierta de una vez, voy a salvar la democracia. A la máquina de café, a imprimir e-mails y a salvar la democracia’. Cuando vuelvo por la noche después de otra dura pero exitosa jornada laboral, meto la cena en el microondas. Mientras se calienta la comida, me siento en una silla, suspiro, veo los resúmenes de los partidos en el móvil y me digo ‘pues bueno, pues nada, Enrique, ya está, otro día de salvar la democracia’.

El asunto era aún más cansado cuando me dedicaba al periodismo deportivo. Aquello era sensacional. Al final de la temporada 2014/15, por ejemplo, el Castellón perdió una promoción de ascenso. Justo después del partido, mientras tecleábamos las últimas líneas de las crónicas, se acercó un hombre a los pupitres de prensa de Castalia y nos dijo ‘estaréis contentos, ya lo habéis conseguido’. No tenía yo bastante con lo mío que encima era nuestra la responsabilidad de la derrota, que casi es mejor lo de salvar la democracia. El tipo claramente nos sobrevaloraba y nos regaló unos cuantos epítetos. Sin embargo, tres años después, cuando el Castellón logró por fin el ascenso, no vi aparecer a ese hombre en la zona de la prensa, por lo que fuera. Igual se le olvidó o igual resulta que ese día nosotros no conseguimos nada. Por si acaso pasé los días siguientes actualizando la aplicación de la caja de ahorros, a ver si el club me ingresaba una prima por los supuestos méritos, pero tampoco.

Si vuelvo al fútbol y me llama mi madre le cogeré el teléfono.

Compartir el artículo

stats