Dice el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua que la sedición es un «alzamiento colectivo y violento contra la autoridad, el orden público o la disciplina militar, sin llegar a la gravedad de la rebelión». Parece una conducta grave, ¿verdad? Pues por voluntad de Pedro Sánchez en España la sedición va a dejar de ser delito.
Y la primera pregunta que se hace un español bien pensado es ¿en qué beneficia eso a España, a nuestra democracia?. Por más vueltas que le demos, incluso los más benevolentes no encontrarán una interpretación en clave de interés general. Porque solo cabe una, la obvia: Sánchez está cediendo fortaleza democrática a cambio de votos parlamentarios. Y eso es muy grave.
Y lo es porque está queriendo legislar a la carta, diseñando la Ley como un traje a medida de unos delincuentes y prófugos concretos. Y despreciando que esa Ley será la misma que habrá que aplicar si cualquier otro colectivo en cualquier otro momento pretende socavar las instituciones. Para ese objetivo está usando otra vez una colección de mentiras que esta vez pivotan bajo una supuesta homologación con Europa. En Alemania las condenas van de 10 años a cadena perpetua; en Italia la pena mínima es de 12 años; en Francia llegan hasta la cadena perpetua también y en Portugal de 10 a 20 años.omologar ¿a quién? ¡Pues todavía alguien les cree!
Y ahora vienen los disimulos. Llegan los Fernández Vara, Lambán o García Page a disimular. A decir que no están de acuerdo con su jefe Sánchez. Pero llegado el momento no hay ninguna duda de que los diputados y senadores extremeños, aragoneses o castellano-manchegos votarán lo que les mande Pedro. Sin titubear. Todas esas dudas quedarán en el teatrillo al que nos tienen acostumbrados los socialistas. Los de aquí, los de Ximo Puig, ni siquiera disimulan. Callan, luego otorgan. Lo cual les hace aún más cómplices de esa cesión cobarde de valores democráticos.
Los daños a la democracia del mandato de Sánchez pueden ser irreparables. Por eso no queda otra que revertirlos cuanto antes y recuperar nuestros valores constitucionales, como ya ha comprometido Alberto Nuñez Feijóo. Aunque me temo que aún vengan unos cuantos más en el año que le queda a la legislatura.
*Senador. Portavoz de Medio Ambiente del PP en el Senado
