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Casimiro López Llorente

CARTA DEL OBISPO

Casimiro López Llorente

Jesucristo, Rey del universo

Hoy celebramos la Solemnidad de Jesucristo, Rey del universo. Es una fiesta con profundas raíces bíblicas y teológicas. El título de rey, referido a Jesús, es muy importante en los Evangelios. Se puede observar una progresión en su uso referido a Jesús: se parte de la expresión rey de Israel y se llega a la de rey universal, Señor del universo y de la historia; va mucho más allá de las expectativas del pueblo judío.

Sabemos por los Evangelios que Jesús rechazó el título de rey cuando se entendía en sentido político, al estilo de los «jefes de las naciones» (cf. Mt 20, 25). En cambio, durante su Pasión, reivindicó una singular realeza ante Pilato, que lo interrogó explícitamente: «Entonces, ¿tú eres rey?». Jesús respondió: «Tú lo dices: soy rey» (Jn 18, 37); pero poco antes había declarado: «Mi reino no es de este mundo» (Jn 18, 36).

En efecto, la realeza de Cristo es revelación y actuación de la realeza de Dios Padre, que gobierna todas las cosas con amor y con justicia. Dios Padre encomendó al Hijo la misión de dar a los hombres la vida eterna, amándolos hasta el extremo de entregar su vida en la Cruz; y, al mismo tiempo, le otorgó el poder de juzgarlos, desde el momento que se hizo Hijo del hombre, semejante en todo a nosotros (cf. Jn 5, 21-22. 26-27).

El poder de Jesucristo Rey, no es el poder de los reyes y de los grandes de este mundo. Es el poder divino de salvar, de librar del mal, de vencer el dominio de la muerte, de perdonar y reconciliar, de amar y dar vida en plenitud. Es el poder del amor, que saca bien del mal, ablanda un corazón endurecido, lleva la paz al conflicto más violento, o enciende la esperanza en la oscuridad más densa. Este Reino del amor y de la vida nunca se impone y siempre respeta nuestra libertad.

La fiesta de Cristo, Rey del universo, dirige la mirada al futuro, hacia la última meta de la historia, que será el reino definitivo y eterno de Cristo. Esta mirada ilumina y da sentido a nuestro presente. El reino de Cristo es un reino de amor y de vida.

Obispo de Segorbe-Castellón

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