LA CLAVE POLÍTICA

Fiesta Constitucional

Cristina Fernández

Cristina Fernández

Hoy celebramos el Día de la Constitución Española. Aprobada por el Congreso y el Senado, el 31 de octubre de 1978, ratificada por el pueblo español en referéndum de 6 de diciembre de 1978 y sancionada por S. M. el Rey ante las Cortes el 27 de diciembre del mismo año. Una efeméride que, como tantas otras, ha sido eclipsada por la parte festiva que cada año llena de visitantes el interior de nuestra provincia. Por supuesto que son millones los españoles que merecen disfrutar de un descanso, pero olvidar de dónde venimos no suele llevar nunca a buenos puertos. Y este macropuente no nos puede hacer olvidar que nuestra carta magna está hoy más amenazada que nunca.

La modificación del delito de sedición y malversación por parte de Pedro Sánchez, para contentar a sus socios independentistas, es la última de una larga serie de afrentas y ataques a la convivencia de los españoles. Esa misma que representa nuestra carta magna y que hoy languidece en silencio por culpa de un gobierno Frankenstein. El actual presidente del gobierno no solamente no cree en la Constitución Española ni en el Código Penal, sino que además es el principal activo contra ella. Juez y parte, cómplice y verdugo de una manada de exterroristas, secesionistas y otras perlas predemocráticas.

Eco que nadie quiere escuchar

Por eso no es de extrañar que el Día de la Constitución, que debería ser la gran fiesta de todos los españoles, pase de puntillas y se susurre en voz baja, como una letanía lejana. Como un eco que nadie quiere escuchar y en el que los nombres de nuestros padres constitucionales caigan en el olvido. Las nuevas generaciones poco o nada saben de los Gabriel Cisneros, Manuel Fraga, Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón, Gregorio Peces-Barba, José Pedro Pérez-Llorca, Miquel Roca o Jordi Solé i Tura. Pronto los socios de gobierno los borrarán de los libros de historia, de esos mismos en los que los niños no pueden aprender castellano en Cataluña o el País Vasco.

La traición de Sánchez va mucho más allá que a la historia de España, en pasado, afecta evidentemente al presente y al futuro. Decir que la situación en Cataluña es ahora mucho mejor que cuando se dictó la sentencia del procés es falsear la realidad. No lo digo yo, lo dicen los propios indultados, su recurrente «lo volveremos a hacer». Utilizando el mismo lenguaje de la secta socialista, España no va camino de la «armonización» con estas decisiones, más bien de la «sublevación» del resto de autonomías.

Nos queda muy poco para acabar el año y llega el momento de hacer balance de lo sucedido. En las páginas más tristes de este 2022 nos queda el día en el que la justicia y el Código Penal saltaron por los aires, el mismo en el que los propios condenados dictaron la absolución de sus condenas. Ver para creer. Lo que España ha sido y va camino de ser. No estamos para muchas fiestas.

Portavoz de Ciudadanos en la Diputación y en Benicàssim

Suscríbete para seguir leyendo