CON LAS OREJAS TIESAS

La alegría de la Navidad

Juan Lozoya

Juan Lozoya

Estamos ya en la recta final de este acueducto romano, que no puente, que precede a la Navidad y lo hacemos inmersos en este espíritu positivo propio de estas fiestas. Pero lo hacemos sin esa alegría que, como suelen repetir los anuncios, acompaña a la Navidad.

Bien es cierto que la subida de precios de la cesta básica de la compra, y la de los productos no tan básicos que solemos regalarnos en este mes de diciembre, no invita demasiado a volverse loco. Y bien es cierto, también, que el ambiente festivo en las calles de Castelló de la Plana tampoco invita demasiado a la alegría, a disfrutar, a comprar y a consumir por el centro de la ciudad.

Llevamos varias semanas con la polémica del árbol de la Puerta del Sol que, ¿qué quieren que les diga?, no me mata, pero tampoco es para machacar al mensajero. El problema está en que no lucen las calles de la capital ese ambiente festivo que invita a pasárselo bien, compartir y consumir en los comercios, los bares y restaurantes, especialmente del centro de la ciudad.

Clima depresivo

Acabo de hacer una escapada a Lisboa y es una pasada comprobar la apuesta que han hecho en toda la ciudad para que el clima depresivo que invade a toda Europa pase de largo estas semanas, aunque la economía siga machacándonos.

Calles preciosas, una iluminación simple pero espectacular, mercadillos por doquier, ofertas por donde pases… La consecuencia es que cualquier día y cualquier noche entre semana están las calles del centro llenas de gente. Ya sé que Castelló de la Plana no es Lisboa, pero nos falta esa ambición de hacerlo bonito y alegre. Da igual, Cascais, que en invierno no es lo mismo que en verano, tenía unos parques infantiles y una feria de Navidad que ya querríamos aquí.

¡Seamos más ambiciosos y fomentemos el espíritu navideño! El cuerpo y nuestros comercios lo agradecerán.

Periodista

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