AL CONTRATAQUE

A garrotazos

Paco Mariscal

Paco Mariscal

Casi con toda seguridad, muchos de ustedes, vecinos de huerta y secano castellonenses, tuvieron ocasión de contemplar la sin par pintura negra de Goya en el Museo del Prado, o bien en un texto escolar, o en la hoja de un calendario. Dos rústicos hispanos dirimen o ajustan sus diferencias a garrotazo limpio. No se representa en el cuadro una escena costumbrista o campestre, el genio irónico y satírico de Goya iba y va siempre más allá. Los críticos y estudiosos del arte siempre interpretaron la pintura como una alegoría de la discordia e incivismo de las luchas fratricidas. Y de esas tenemos, en las anchas Españas, sobrados ejemplos durante los últimos tres siglos: centralistas borbónicos contra federalistas austracistas; tradicionalistas inquisitoriales contra ilustrados reformistas, afrancesados y curas trabucaires; absolutistas del carlismo frente a liberales isabelinos, progresistas y moderados, mesiánicos revolucionarios violentos y golpistas sin piedad de corte fascista. No seremos los únicos en el Planeta, seguro, pero aquí hubo excesivas guerras inciviles.

Por eso, cuando acercamos el encendedor a la cuarta vela de Adviento, nos vemos reconfortados con la paz callejera que se respira en la capital de la Plana: humedad, rocío o rosada matinera, solecillo al Avemaría o Angelus del mediodía, el centro de la ciudad casi a rebosar de gentes buscando el aperitivo y la convivencia entre amigos, entre allegados con diferentes ideologías o preferencias políticas. A pesar de los problemas y sinsabores cotidianos, aquí no hay trifulcas violentas en la calle ni tiros en la nuca en el callejón. No hay Duelo a garrotazos goyesco alguno en las márgenes del Riu Sec desde hace ya bastantes décadas.

Hay, y es palpable un día sí y el otro también, una especie de guerra a trancazos, a golpes u hostias verbales en el estamento político, que no merece la pacífica ciudadanía del País Valenciano o del resto de España. Causa hastío y puede empujar a los votantes a la abstención en los asuntos públicos que a todos nos incumben, o a la abstención en las urnas. Entre jueces que toman partido y partidos que toman el nombramiento de jueces por el pito del sereno, la estructura institucional de la democracia, como acaba de señalar el magistrado valenciano Joaquim Bosch, queda deteriorada. Y queda deteriora por la acción de los capuletos de Pedro Sánchez, alentados y motivados por los montescos de Núñez Feijóo o Abascal. Polarización política y verbal de quienes manejan las emociones mejor que las razones. Y a falta de razones y argumentos, aparecen los insultos como sustitutos, los garrotazos. Aunque la ciudadanía no está polarizada estas semanas de Adviento, como nos ha indicado la prudente profesora valenciana de ética y estética Adela Cortina.

Resonancias bíblicas

Y como es Adviento y la Navidad está en la esquina y los garrotazos verbales no cesan, cabría despedir este tiempo litúrgico con los versos de Salvador Espriu; versos de resonancias bíblicas que recuerdan los salmos y al profeta Isaías. Espriu y su familia fueron víctimas de violencia real en la contienda del 36. Un pelotón de fanáticos de la FAI asaltó su domicilio en Arenys de Mar, destrozaron el oratorio familiar y prendieron fuego a la biblioteca y al archivo de la casa; antes habían asesinado al cura, al vicario del pueblo y a dos primos de Espriu. A pesar de los garrotazos recibidos, el gran poeta catalán e hispano, escribe de forma conciliadora y cívica en La pell de Brau: "… recorda sempre això, Sepharad (España)/ Fes que siguen segurs els ponts del diàleg/ i mira de compendre i estimar/ les raons i les parles diverses dels teus fills./ Que la pluja caiga a poc a poc en els sembrats/ i l’aire passe com una estesa mà/ suau i molt benigna damunt els amples camps./ Que Sepharad visque eternament/ en l’ordre i en la pau, en el treball,/ en la difícil i merescuda/ llibertat".

Junto al Riu Sec no necesitamos traducción; por donde los jueces o los madriles quizás sí.

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