BABOR Y ESTRIBOR

Café para todos

Basilio Trilles

Basilio Trilles

En febrero de 2005 Pasqual Maragall, a la sazón presidente de la Generalitat de Cataluña, tiró de la más peligrosa de las mantas acusando a Artur Mas, entonces jefe de la oposición desde CIU y reconocido delfín de Jordi Pujol, empleando palabras mayores: «Su problema se llama 3%». Años después el que fuere líder de ERC, Carot Rovira, aseguró en Radio Euskadi que Maragall se había quedado corto al situar el listón de las mordidas, puntualizando que llegaban al 5% de obra pública contratada en tiempos del reinado de Pujol. Todo aquel escándalo catalán fue pasando a mejor vida mientras los hijos del expresident en mayúsculas pasaban del banquillo a la cárcel. Sin embargo, el César del nacionalismo civilizado que pactó con Suárez, Felipe y Aznar, cerebro de una trama al estilo siciliano, nunca ha pisado la trena y siendo nonagenario vive plácidamente tras amenazar con mover las ramas del árbol político/institucional, de hacerlo no lograba salvarse ni el apuntador. Su amigo y afín en la cosa del nacionalismo, Xabier Artzallus, ya empleó la metáfora del árbol, en este caso el nogal y las nueces, durante el flirteo de sacristía etarra entre el PNV y Herri Batasuna. De casta le viene al galgo.

Después de la gesta de Maragall en el Parlament, de insospechado alcance aunque de predecibles daños colaterales en la propia formación nacional del avezado político, o sea, el PSOE, comenzó una nueva era que finiquitaba parcialmente la omertá de los partidos en asunto tan avieso como es la financiación de las formaciones políticas. Con la llegada de la democracia tras la muerte del dictador existió un pacto no escrito para valerse de ayudas, primero en pesetas y luego en euros, desde los ámbitos empresarial y financiero (los bancos han sido y son parte fundamental de tan perverso sistema), gestionado de forma subterránea. Y hemos visto cómo parte sustanciosa de las mordidas partidistas han ido a parar al bolsillo particular de los gestores. Proceso manejado por la mano del hombre, siempre débil, que nos ha llevado al sindiós que vivimos en los últimos años y en el que trabajan entretenidos la Fiscalía Anticorrupción, la UCO de la Guardia Civil y la UDYCO de la Policía Nacional. Ya hemos llegado al convencimiento, o deberíamos, que la corrupción no es cosa genética de determinadas siglas, cuyos casos parecían haber logrado eclipsar a los delitos o presuntos delitos de otras formaciones.

Moción de censura

Ese manejo torticero, envilecido y oportunista, por ejemplo, permitió la moción de censura que acabó con el Gobierno de Mariano Rajoy, y la entronización de Pedro Sánchez, argumentado que las propias siglas del PP habían sido condenadas por corruptas, aunque después quedó demostrada la falacia. Así, en el proceso de los ERTE de Andalucía la cosa no es baladí, con un buen número de militantes socialistas en el trullo y a la espera de que un ex presidente del PSOE, Griñán, entre en prisión. Quien esté libre de pecado, ya sabe...

Ítem más. Durante mucho tiempo la sensación de la calle era que solo el PP, con el sonoro caso Gürtel y otros, acaparaba el indeseable sambenito de la corrupción. Los acontecimientos están demostrando que la flaqueza (según los castizos el dinero es como el aceite: por donde pasa mancha) está presente en diversos espacios políticos, para desgracia del general de la ciudadanía. Ahora la UCO trabaja a conciencia en las libretas manuscritas de Pepe Cataluña, tesorero del PSPV-PSOE en tiempos de Joan Ignasi Pla. El 2023 arranca bajo el signo electoral, pero no hay que desdeñar los tortuosos caminos judiciales que se abren en el arco político. Intuyo banquillos tan calientes como las urnas de mayo y diciembre. Café para todos.

Periodista y escritor

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