COSAS MÍAS

La Casa Blanca

Antonio Gascó

Antonio Gascó

En noviembre, de 1647, con la peste bubónica rondando el municipio, el consistorio de Castelló acuerda tapiar todas las puertas de la muralla, a fin de aislarlo del contagio, a excepción de la del Agua, donde se pusieron vigilantes que hicieran sobrellevar, a cualquier sospechoso de infección, un periodo de aislamiento en la ermita de la Magdalena.

Pero pese a las prevenciones, el mal cruzó las defensas de la localidad, por lo que se comenzó la construcción de un hospital de apestados, conocido como la Casa Blanca, emplazado bien lejano de la muralla norte, en el área del Pla, donde dos años más tarde se levantaría una ermita dedicada a San Roque, el Santo pestífugo por excelencia.

Médicos desbordados

Hoy en día ya no se conserva este pequeño templo ubicado entonces donde hoy se encuentra la plaza de Teodoro Izquierdo. En aquel lugar ejercían su labor, sufragada por el Ayuntamiento de Castelló, los médicos Miguel Mur y Miguel Birlo, quienes se vieron desbordados en su labor, al extremo de solicitar del consejo la compra de algunas casas aledañas del Pla, para destinarlas a hospital de convalecientes, a fin de que estos no estuvieran en contacto con los apestados y pudieran recuperarse mejor.

Relata Balbás en su libro Historia de Castellón, utilizando una cita textual de un documento de aquella época, que a mediados del mes de noviembre «en les dos nits passades han tingut molt de treball los verguers, caps de guaita, fossers i guarda, de cremar la roba i portar malalts a la Casa Blanca».

Un relato de sugestiva erudición, aunque también de trágica pintura.

Cronista oficial de Castelló

Suscríbete para seguir leyendo