Carta del obispo

La alegría de ser cristianos

El bautismo de Jesús, aunque distinto, nos recuerda nuestro propio bautismo

Casimiro López Llorente

Casimiro López Llorente

Con la Fiesta del Bautismo de Jesús hoy concluye el tiempo de la Navidad. La Iglesia recuerda el bautismo de Jesús a orillas del río Jordán de manos de Juan Bautista. El bautismo de Juan era un bautismo de penitencia y conversión para el perdón de los pecados. Jesús se pone en la cola de los pecadores como un signo más de que ha asumido nuestra naturaleza humana. Él no necesitaba purificación alguna, pues no tenía pecado, pero se identifica con todos aquellos que necesitan convertirse a Dios.

En el bautismo de Jesús tiene lugar una solemne manifestación de su divinidad. «Apenas se bautizó Jesús, salió del agua; se abrieron los cielos y vio que el Espíritu de Dios bajaba como una paloma y se posaba sobre él. Y vino una voz de los cielos que decía: «Este es mi Hijo amado, en quien me complazco»» (Mt 3,14-17). Son las palabras de Dios-Padre que muestra a Jesús como su Hijo unigénito al inicio de su vida pública. Este hombre, aparentemente igual a todos los demás, es Dios mismo, que viene para liberar del pecado y dar el poder de convertirse «en hijos de Dios, a los que creen en su nombre; los cuales no nacieron de sangre, ni de deseo de hombre, sino que nacieron de Dios» (Jn 1, 12-13).

El bautismo de Jesús, aunque distinto, nos recuerda nuestro propio bautismo. El mismo Juan Bautista dirá: «Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo» (Lc 3, 16). En el bautismo, por el agua y por el Espíritu Santo, renacemos a la vida misma de Dios. Dios nos hace sus hijos en su Hijo amado, nos hace cristianos, hermanos y amigos de Jesús, y nos incorpora a la familia de los hijos de Dios, a su Iglesia. Por la gracia bautismal, liberados del pecado y de la muerte eterna, entramos en la comunión de vida con Dios y con el resto de los bautizados.

Recordemos hoy con gozo nuestro bautismo, demos gracias a Dios por ser sus hijos amados en su Hijo y recuperemos la alegría de ser cristianos.

*Obispo de Segorbe-Castellón

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