PUNTO DE VISTA

Los únicos que obraron bien

Pablo Sebastiá

Pablo Sebastiá

Durante los tres o cuatro años que ha durado el sainete de la cruz del Ribalta, no he escrito apenas nada al respecto. El tema me aburría. Una vez concluido, déjenme opinar al respecto. La única institución que ha obrado bien, con sentido común, intentando no aumentar la crispación, ha sido la iglesia católica y en su nombre el obispado de Castellón.

Quienes bien me conocen, quienes leen estos artículos cada semana, saben que no soy sospechoso de ser un capillitas. He criticado el poder religioso siempre que lo he creído oportuno. Pero en este caso, todos los miembros con cierto grado de responsabilidad en el palacio de la calle Gobernador han demostrado un temple, un saber estar y unas miras de futuro que ya querrían tener muchos políticos del equipo de gobierno de la capital de la Plana.

Evita la destrucción

La cruz del Ribalta se ha trasladado a una parroquia gracias a D. Casimiro López, y de este modo se ha evitado su destrucción. Lejos de alentar polémicas, el obispo ha mantenido un perfil bajo, no ha hecho declaraciones altisonantes y ha evitado echar más leña al fuego. Tanto es así que incluso las voces más reaccionarias, a la derecha de la ultraderecha, han criticado que la iglesia «se haya puesto de perfil» en este asunto.

Me siento orgulloso del papel de la iglesia castellonense. Frente a todas las provocaciones, ha sabido estar en su sitio, mantener los dos pies en el suelo y evitar la confrontación que tanto hubiera agradado a ciertos personajes de la política local que parecen sacados de un tebeo.

La cruz del Ribalta, como símbolo religioso, ya luce en la explanada de la parroquia de Rafalafena. Se acabó la polémica.

Escritor

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