Barraca y tangana

Nada mejor que hacer

Cuanto más lo pienso, más victoria vital me parece no tener nada mejor que hacer que ver medio aburrido la Supercopa

El Barça celebra un gol en la tanda de penaltis contra el Betis en la semifinal de la Supercopa de España

El Barça celebra un gol en la tanda de penaltis contra el Betis en la semifinal de la Supercopa de España / Javi Ferrándiz

Enrique Ballester

Enrique Ballester

Cuando voy a un acto social, casi siempre por obligación, me gusta estar con otras dos personas y escuchar en silencio lo que dicen. Si somos tres, no somos dos. Si somos dos es probable que más pronto que tarde se produzca un silencio incómodo --incómodo para la otra persona, por supuesto, yo soy un gran conservador de silencios, yo podría completar el rally Dakar sin hablar con mi copiloto ni un momento-.

Y si somos tres, no soy uno. Si soy uno corro el riesgo de que alguien se acerque para hacerme compañía y tengamos ese mismo problema, el problema de ser dos otra vez. Por eso tres es la cantidad ideal, porque cuatro quizá sea una cifra demasiada pretenciosa. Cuatro es para los más populares de la clase, para los molones de categoría, y esa claramente no es mi Liga. Tres es lo mejor, entonces: ellos hablan y yo escucho, a veces incluso asiento, y todos bien.

Así que éramos tres: yo callaba y los otros dos hablaban con pereza sobre la Supercopa de España. Uno le preguntó al otro si iba a ver la Supercopa por la tele esa noche y el otro contestó ‘sí, hombre, no tengo nada mejor que hacer’. Lo dijo en tono irónico, deduje, porque parezco ausente pero no se me escapa una. En realidad el tipo sí tenía algo mejor que hacer, pero como tampoco especificó el qué, no sé exactamente qué tenía mejor que hacer. Yo estaba escuchando sin aportar nada y con dolor de pies, como digo, y lo gracioso es que pensé ‘la verdad es que yo no tengo nada mejor que hacer, por eso la voy a ver’.

Carlo Ancelotti y Xavi Hernández con la Supercopa de España 2023

Carlo Ancelotti y Xavi Hernández con la Supercopa de España 2023 / RFEF

Han pasado unos días de eso y, cuanto más lo pienso, más contento estoy de no tener nada mejor que hacer. Cuanto más lo pienso, y a partir de cierta edad, tener algo que hacer es sinónimo de obligaciones y problemas. Cuanto más lo pienso, más victoria vital me parece rozar los 40 años de edad y no tener nada mejor que hacer un miércoles cualquiera que ver medio aburrido la semifinal de la Supercopa de España, que si la ganan los tuyos, pues vale, genial, y si no la ganan, pues tampoco es un gran drama. Es más, si yo ganara la Supercopa un día, me pasaría lo que cuenta Meryem El Mehdati en Supersaurio, que le preguntaría a su terapeuta por qué siente la necesidad de fingir que nada de lo que le pasa es importante, por qué cuando consigue un éxito se asegura de rebajarlo todo lo posible. Pero para eso primero tendría que ganar la Supercopa un día, y resulta que tengo algo mejor que hacer que ganar la Supercopa: esto es, ver la Supercopa.

De hecho, a ratos creo que yo ganaría el Mundial de fútbol y le quitaría importancia: ‘Bah, cada cuatro años lo ganan decenas de personas, no será para tanto’.

La Supercopa, en todo caso y desde que se juega en enero, asoma como un torneo idóneo para cambiar inercias. En esos momentos siempre hay alguien que dice lo de dar un giro de 180 grados y está bastante bien porque al menos no cae en el error de los 360, pero ¿por qué siempre 180 y no 54? A veces no es necesario tanto giro, ni para tu equipo ni para tu vida. A veces la gente cambia de país, de número de teléfono o de color de pelo, a veces un club cambia de repente de un entrenador poeta a otro barraquero, de un extremo a otro extremo, cuando a veces con un giro de 54 grados serviría, pero nadie se toma la molestia de calcular con exactitud el tipo de giro que necesita.

No lo sé, qué más da, giros a medida: estas son las cosas que pienso cuando somos tres, los otros dos hablan y yo aguanto en silencio, con nada mejor que hacer que eso. 

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