Las cuarenta

¿Para qué sirvió la asamblea del CD Castellón?

Pepe Beltrán

Pepe Beltrán

Nadie esperaba que la junta general de accionistas del CD Castellón pudiera servir como acto de reprobación pública y condena de la gestión de Vicente Montesinos. Ya no por figurar dicha premisa en el acuerdo de transacción, que también, si no por las formas que rigen incluso en el cainita mundo mercantil. Mas existen recursos implícitos que dejan abierta la interpretación del receptor del mensaje, que en el caso que nos ocupa se me antojan mucho más directos de lo habitual y que denotan el método de trabajo de Haralabos Voulgaris y de Pitch32, que podrá asumir deudas inesperadas pero no por ello dejará de recordárnoslo.

A santo de qué, si no, ir más allá de lo que descubría la documentación y que todo quisque se enterara de lo que muchos todavía negaban --ignorantes o asalariados, qué más da--, que el presunto salvador albinegro ha salido muy bien librado después de cuatro años de desgobierno. Porque fue llegar Bob y devolverle 1.934.338 euros a Capital Albinegro por un préstamo que, lejos de atender los pagos que evitaban la liquidación de la SAD, iban directos al bolsillo del anterior propietario, con quien todavía se mantiene una deuda de 1.310.388 euros. Ese total --3,25 millones-- nunca se planteó transformarlo en acciones y salvar una amenaza de muerte latente, siempre se quiso recuperar. El manoseado sentimiento, si lo hubo alguna vez, quedó aparcado, las lágrimas se enjugaron y el club quedó como lo que siempre fue:una forma de negocio. Y, con ser lícito aquel cobro, a nadie escapa que la condonación del mismo era una forma de purgar la mala gestión o compensar la descomunal plataforma publicitaria que se ha utilizado arteramente estos cuatro años. Tanta como que se calló el anuncio de la venta de las acciones durante cinco días para no ceder ningún protagonismo el 20 de julio en los actos del Centenario. Loor y gloria, gratis.

Huelga decir que esa misma incertidumbre sobre los empréstitos se trasluce del anuncio que nos propone el nuevo administrador. Hasta diez millones de euros pone a disposición, lo que en puridad es un aumento de la deuda, estrategia refractaria con la ostentosa promesa de que se saldrá este año del mortal concurso de acreedores. La única fórmula es la ampliación de capital. Lo demás son fuegos artificiales e ingeniería financiera, por grande y notable que sea la diferencia entre Montesinos y Voulgaris. No en vano, su portavoz, Richard Bentley, reconoció el pufo de contabilizar la cesión de Castalia como si fuera propio, asumió que la Ciudad Deportiva es un proyecto propio que no puede depender de las administraciones y dejó entrever las sospechas que se ciernen sobre la Fundación y los vividores que sustenta. Tres torpedos más en la línea de flotación del legado recibido. Lo dijo como sin decir, y enseguida sacó a relucir el tema del ascenso y el de los refuerzos, la golosina preferida de la afición, destacando que sin inversión no hay equipo, no hay opciones, no hay pasión, no hay negocio. Y ahí vuelve a ganar.

PREGUNTAS SIN RESPUESTA. La asamblea deviene el escenario idóneo para plantear dudas y esperar aclaraciones. Pero apenas hubo un par de embestidas felizmente toreadas. Así que seguimos sin conocer las intenciones del máximo accionista sobre el presunto expolio de Osuna, Blasco y el resto de la banda sobre el que, en breve, se abrirá juicio oral; por qué sigue trabajando para el Castellón el abogado de David Cruz, contra quien el club no se ha personado; o saber dónde figuran, contable y materialmente, los ingresos de los abonados que adelantaron tres años el desembolso de sus pases por unas pocas acciones. Despejar esas incógnitas de la ecuación permitirá saber si Bob es consciente de tanta anomalía pero otorga, en una cómplice omisión del deber, o tan solo se trata de que no es tan listo como parece.