PUNTO DE VISTA

Costas Papadopoulos

Pablo Sebastiá

Pablo Sebastiá

Mikis Theodorakis y Costas Papadopoulos crearon, hace más de treinta años, uno de los mejores discos de música griega que he escuchado. El bueno de Costas tocaba el bouzouki, un curioso instrumento musical también conocido como la guitarra del sol.

El caso, queridos lectores, es que la frase «Costas toca el bouzouki» siempre me hizo gracia. Ya saben cómo son los adolescentes, sacándole punta a todo. Me sonaba a «Costas toca los cojones». Y me hacía gracia, la verdad.

Quién me iba a decir que casi cuatro décadas después de comprar aquel disco, eso de que «Costas toca los cojones» se volvería cierto, pero en un marco bien diferente. Y es que Costas, ese ente abstracto, abyecto, en mi opinión carente de sentido y que parece no usar la lógica a la hora de decidir sobre nuestras playas, calas y paseos marítimos lo ha vuelto a hacer. Ha vuelto a marear la perdiz y ahora exige derribar varias casas de la playa de Nules. Ya en su momento la lio parda en el poblado marítimo de Torre la Sal, en Cabanes. Hace algún tiempo ya quiso impedir que el consistorio de Nules construyera un espigón para salvaguardar las casas de varios vecinos. Desde siempre pone mil trabas a los chiringuitos de verano que se instalan en la playa del Gurugú. Y marea al Ayuntamiento de Benicàssim, constantemente, a la hora de realizar eventos en el paseo Pilar Coloma. Costas Papadopoulos tocaba el bouzouki. Y Costas toca los cojones a la buena gente de esta bendita tierra.

¿A qué espera el gobierno tripartito, encabezado por Ximo Puig, para reclamar, para exigir, que sus competencias las asuma la Generalitat? En ocho años ha tenido tiempo de sobra.

Escritor

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